La mente es el instrumento más poderoso del hombre. Pero, a veces, si no lo tratamos bien, nos traiciona. Es cuando todo se va al garete. La tragedia comienza cuando no podemos querernos como somos. Leí el otro día. ¿Cómo vas a quererte si ya no te conoces? Desde tu más tierna infancia te han obligado a ser otra que no eres tú. Tú no necesitas ser ni la más fuerte ni la más alta ni la que haces más maravillas sobre el suelo ni sobre nada. Tú necesitas que te venga la regla, que te guste alguien y que puedas llegar tarde algún día al ensayo porque has quedado. Es entonces cuando tu mente se revela del proyecto que otros han hecho de ti y te lo han inculcado como tuyo y es falso. Y te quedas yerma, sí, como la de García Lorca; sí, seca por falta de libertad. Hay muchas forma de secar a alguien desde la infancia, unas por defecto y otras por exceso. Y más si eres mujer. Lo mismo te digo a ti, mozallón macho alfa, que por querer ser el primero puedes terminar medio lelo. La depresión lleva al suicidio, al salto en el vacío y puede que en un mal momento sin paracaídas y sabrás qué es sufrir solo al borde del abismo. Es preferible estar sano. Así comprenderás los versos del poeta: "Cuando se miran de frente los vertiginosos ojos de la muerte, se dicen las verdades, las bárbaras, terribles, amorosas crueldades". No, no, queremos conocer la santidad de un suicida. Queremos que sigas cantando los salmos diáfanos del amanecer.Daniel Ezpeleta