l verano pasado, mis nietos mayores, con 11 años ella y 9 él, me propusieron un juego: el Uno Flip. Años antes me enseñaron el popular juego del Uno, pero la nueva versión es más complicada. Me sorprendió comprobar que los naipes tenían las dos caras útiles. Así que se trata de dos barajas en una. Contiene cuatro cartas cuya aparición sobre la mesa provoca dar la vuelta a todas y seguir jugando. De todos ustedes, fieles lectores, es conocida mi adicción a la educación y mi afición a la política, así que el juego me capturó al instante. Me pareció un juego contextualizado en el entorno, como aconsejan los pedagogos para un buen aprendizaje.

En bastantes avatares de la política se acusa a ciertos partidos de utilizar dos barajas en las negociaciones para formalizar acuerdos. Buscan la mayoría que, democráticamente, precisan para la victoria. ¿Es legítimo hacerlo? Está claro que tal juego no depende del azar sino del interés de cada partido en cada momento. No suele ser bien visto por la ciudadanía. Se les acusa de cambiar de chaqueta, de ser veletas, de no ser fiables, de resultar un fraude para muchos de sus afiliados, simpatizantes y votantes.

Pretendo ilustrar el caso reciente en que el Parlamento de Navarra ha rechazado, por 40 votos frente a 10, la propuesta de modificación de ley foral en la que I-E solicitaba la rescisión total del concierto educativo con los colegios que separan al alumnado por razón de género; chicos por un lado, chicas por otro.

Chirrió la botonadura de la votación. Los dos socios mayoritarios del Gobierno de coalición, PSN y Geroa Bai, sumaron para el no con los de Navarra Suma. Se retrataron ante sus socios de Gobierno (Podemos Ahal Dugu) su apoyo parlamentario permanente a través del Acuerdo Programático (I-E) y su apoyo ocasional EH Bildu (presupuestos anuales).

¿Baraja doble en PSN y Geroa Bai? Sí, pero con una justificación clara y respetable que no firma Navarra Suma. El objetivo es lograr que sean mixtos, que no separen por género en sus aulas. El plazo de ejecución, seis años, es la discrepancia entre los socios de Gobierno y sus apoyos parlamentarios. Me pregunto qué habría hecho el consejero Carlos Gimeno, socialista, si hubiera tenido en su mano una de las cartas que provocan el cambio de baraja en el Uno Flip.

¿Se podía haber logrado el pleno de 50 votos a favor de la propuesta de I-E? ¿Cuántos colegios navarros, religiosos todos ellos, se hicieron mixtos en los años 90, tras aprobarse la LODE en 1985, para poder ser concertados? ¿Qué cuerpo se les habría quedado al ver el trato que se da a los 4 colegios de Fomento, fusionados en dos para hacer equilibrios en el alambre de la legalidad?

Así que mi reflexión es si no estarán jugando, como siempre, con la misma baraja. Si no será que la inclusión, el laicismo, la escuela pública son la utopía, una quimera, para todavía una parte muy importante de nuestra sociedad. Así que hay dos barajas, como dos bocas hay en un embudo. Y se puede ser fuerte con los débiles y débil con los fuertes.

Los colegios de Fomento son legales, pero no satisfacen la escolarización en zona. La mayor parte de su alumnado es transportado. Además su enseñanza diferenciada por género conlleva un ideario diferente para chicos y chicas. Las tareas escolares, los ritmos de aprendizaje son diferentes. Las familias lo saben. No dudo que en sus casas no hay educación diferenciada. Viven todos juntos y juntos realizan las labores del hogar.

Acabo. No soy quién para pedir al PSOE que tenga cuidado con la manera de jugar sus cartas. Me llegan noticias de Madrid acerca de un cambio legislativo sustancial para ayudar al profesorado interino y temporal, suprimiendo el carácter eliminatorio de la primera prueba en el concurso-oposición de acceso a la función pública. Grave error. No sigan jugando al Uno Flip. Pongan sus cartas sobre la mesa y respeten el juego. En buena medida la política consiste en jugar bien las cartas que te otorga la ciudanía.

Queridos nietos: cuando vuestro abuelo tenía vuestra edad no había más baraja que la española, con reyes, caballos y sotas y siempre la manejaban los mismos. No estamos a salvo de que vuelvan aquellos tiempos. ¡Así que espabilad!

*El autor es profesor jubilado