roblemas entre Pedro Sánchez y Pere Aragonès por el tema de las escuchas. No pasa nada, una reunión y se arregla. Problemas dentro del Gobierno debido a la nueva ley para regular las bajas laborales por menstruación. No pasa nada, una reunión y se arregla. Problemas dentro de una organización para arreglar las fricciones existentes entre el consejo de administración y los trabajadores. No pasa nada, una reunión y se arregla.

¿No tenemos un poco sobreestimado el tema de las reuniones? En realidad, la mayor parte de las ocasiones no sirven para arreglar un problema. Es más, tienen otras utilidades. La primera, dar una patada hacia adelante y ganar tiempo. La segunda, dar a conocer que “estamos haciendo todo lo posible para arreglar esta cuestión que tanto preocupa a la ciudadanía”. Así se justifica un puesto determinado. Aunque puede ocurrir en el sector privado y público, es más común en el segundo caso. La gran cantidad de puestos intermedios existentes entre un ministro y el funcionario que se encuentra a pie de calle (con esta expresión se define a quien ocupa el puesto que en verdad es activo y para el que se pagan los impuestos, sea médico, policía, juez, profesor o barrendero) hacen que muchas reuniones sean simples paripés. Tercera utilidad: convencernos para algo. Es decir, persuadir.

Entonces, ¿tiene utilidad una reunión? Además de llegar a acuerdos, se pueden generar ideas nuevas. Ejemplo: ¿cómo podemos sacar más dinero en impuestos a la población sin que proteste? Lo más usado: la excusa “verde”. Se comenta que gracias a un nuevo tributo se protege mejor al medio ambiente y así queda más atractivo. Por supuesto, es una falsedad rotunda. En realidad, toda la recaudación de los gobiernos va al mismo saco y posteriormente, se decide cómo gastarla. Además, una gran cantidad de los presupuestos ya está comprometida; por lo tanto, existe poco margen para decidirlos de forma proactiva. Eso sí, hay una excepción: números claros. Es decir, que la Administración, por ejemplo, argumente: “como el nuevo impuesto ha recaudado 50 millones de euros, ya podemos limpiar el río y mejorar el paseo fluvial”. No es algo común. Cuando un ayuntamiento decide aumentar la zona azul para recaudar más dinero, no tiende a indicar lo que va a hacer con los nuevos excedentes monetarios. Ahora bien, al César lo que es del César. Las plazas de aparcamiento realizadas en Pamplona gratuitas las 24 primeras horas merecen ser reconocidas.

Al aire de lo anterior, dos curiosidades. Primera, así es como nació la lotería. Estadísticamente de cada 3 euros jugados el Gobierno se queda uno. Es más: la televisión pública tiene un espacio, sobre las diez de la noche, para promocionar el juego... de loterías y apuestas del Estado, claro. El resto, no. O todos o ninguno, ¿no? Segunda curiosidad. Los seguros de vida comenzaron a ser rentables... ¡cuando cambiaron el nombre! No es agradable firmar un documento en el que aparece escrito seguro de “muerte” o de “fallecimiento”.

Las reuniones tienen otro problema: el desarrollo de las mismas. Se pierde una gran cantidad de tiempo si no se establece un protocolo claro y concreto. Unas veces no se hace por incompetencia, otras por estrategia. Es decir, puede ser que una empresa determinada sea ineficiente y los ponentes se dediquen a hablar por hablar matando el tiempo y dejándolo, como los insecticidas, bien muerto. También puede ser que una parte prefiera un diálogo informal para conocer los puntos débiles de la otra parte y trabajarlos. En este caso, los vendedores son muy hábiles: buscan puntos comunes con los compradores potenciales para hacerles ver que “son de los suyos”. Aunque lo más socorrido es un equipo de fútbol, todo vale: la religión, la política, la cultura o el uso del tiempo libre. Eso lleva a crear un clima de confianza que mejora las posibilidades de orientar un acuerdo en la dirección determinada. Y eso es el principio del inicio del camino: la persuasión ha quedado atrás y ahora lo que está de moda es la presuasión (idea de Robert Cialdini), consistente en establecer un contexto adecuado para que así la conversación vaya orientada a unos temas concretos.

Conclusión: cuidado con las reuniones. Tienen cinco utilidades: llegar a acuerdos, desarrollar ideas, dar una patada hacia adelante, hacer ver que se está haciendo algo para justificar un puesto, convencernos de algo. En su desarrollo, pueden ser eficientes (eso es lo difícil) o ineficientes. En este caso, puede ser por incompetencia o por estrategia.

Como tantas cosas en la vida, es más fácil saber lo que no vale que saber lo que vale. Sabemos cómo no educar o qué medidas económicas no se deben aplicar, lo que no sabemos es cómo educar o qué medidas económicas se deben aplicar.

¿Lo arreglamos con una reunión?

*Economía de la Conducta. UNED de Tudela