Leo con estupor e indignación una noticia publicada recientemente en la sección de economía de uno de los periódicos locales. El que leo a diario, este mismo. Va de la hostelería y de la falta de personas para trabajar en el sector. Algo muy en boga últimamente. Lo que me aterra, me indigna y me hace ocupar estas palabras es la declaración final de Nacho Calvo, portavoz de la Asociación de Hostelería de Navarra. Cito: “A nivel nacional ya estamos trabajando en un proyecto para que venga gente de América Latina a trabajar en el sector en España”. En el fondo no me sorprende. Ni a mí ni a nadie. Ha sido así siempre. Todo es cuestión de necesidades, son la base de nuestro sistema, es el mismo artefacto estructural quien las genera. La alternativa que propone el portavoz es una forma de seguir haciendo lo mismo, de no cambiar nada, de mantener los privilegios de unos a costa del trabajo precario de otros. Es decir, en lugar de mejorar las condiciones para atraer personas al sector, ofrecen las condiciones que a ellos les beneficia y buscan a aquellas personas para las cuales esas condiciones, en comparación con las que tienen en sus lugares de origen, parecen aceptables. Es decir, no hay mejora, no hay solución, el problema sigue ahí. No sale a cuenta solucionarlo. Igual que en la edad moderna se traían esclavos para servir a los nobles. Ahora se traen personas desfavorecidas por el sistema para que algunos empresarios se forren (esto trasciende sectores, cuidado). Esa alternativa ni es alternativa ni es nada más que una forma de seguir generando desigualdad. No hay que ser portavoz de nada para darse cuenta, es una realidad que está cada día frente a nuestros ojos. Esa alternativa ocurre hace tiempo, basta con mirar los bares. Funcionar funciona, claro que sí, incluso tiene lógica, hay que reconocerlo, la misma que ejercen el poder y la explotación. Y la estamos normalizando, cosa que da miedo. ¿No es increíble o como poco sospechoso que resulte mejor negocio traer inmigrantes que mejorar las condiciones? Pues así de cruel es el sistema. Lo digo con conocimiento del sector en Pamplona. He pasado por algunos bares y restaurantes. Unos mejores, otros peores. Pero puedo asegurar que todos con beneficios suficientes para mejorar las condiciones. Que salga mejor traer personas de fuera solo deja en evidencia el complejo engrudo que sirve a los intereses del capitalismo neoliberal que nos cruje más o menos de acuerdo al lugar en el que nos haya puesto el azar.