Si no hay sorpresas de última hora, el Gobierno de Navarra aprobará este miércoles los presupuestos para el próximo año. Un proyecto de más de 5.200 millones y casi un 10% superior al de este año. Pero muy condicionado por los gastos generales, que en algunos casos, como el sobrecoste energético, se han disparado incluso por encima de la inflación limitando el margen de maniobra de muchos departamentos.

De hecho, su elaboración ha generado algunas tensiones importantes entre Hacienda y el resto de consejerías. El aumento del techo de gasto en 450 millones no ha sido suficiente para cumplir las expectativas en muchas áreas. Y eso que Navarra contará con 250 millones de fondos europeos para proyectos de rehabilitación de viviendas, edificios sociales y energía renovable, y otros 55 aportados por Estado para la mejora de la N-121-A (15 millones) y para desdoblar los túneles de Belate y Almandotz (40), cuyas obras podrían comenzar a finales del año que viene.

Así que ha habido que hacer encaje de bolillos para cuadrar un anteproyecto que deja algunos guiños electorales, tanto en el apartado de inversiones como en el de fiscalidad. Y que viene con algunas promesas que servirán de argumentario en la campaña electoral, pero que habrá que ver si se acaban cumpliendo. El fantasma de la recesión sobrevuela Europa, lo que da cierto aire de provisionalidad a las cuentas del Gobierno foral.

El proyecto llega en cualquier caso con novedades importantes. De entrada, incluye una mejora salarial acumulada del 4% para los empleados públicos. Un 1,5% se aplicará de forma retroactiva antes del fin de año, y se sumará otro 2,5% a partir del 1 de enero. La medida, que para un sueldo bruto de 40.000 euros será de 1.600 anuales, tendrá un coste de 61 millones, el equivalente al presupuesto de todo el Departamento de Cultura y Deporte.

Al mismo tiempo, se van a actualizar conforme al IPC las prestaciones sociales básicas, tanto la renta garantizada como las pensiones mínimas, y se van a triplicar las ayudas a la compra de VPO para compensar el alza de los precios aprobado recientemente por el Parlamento foral (5 millones). También aumentan las ayudas a la industria y al comercio para hacer frente al coste energético (20 millones), y se rebajarán los impuestos mediante una deducción extraordinaria en el IRPF.

La reforma tributaria es precisamente la principal incógnita que queda todavía por desvelar. Hacienda ha pactado un incentivo retroactivo del 3% para las rentas de 32.000 euros, aunque previsiblemente el límite alcanzará a ingresos algo superiores. La propuesta se suma al aumento de los mínimos personales y familiares aprobado el pasado año, y que tendrá efecto también en la próxima declaración de la renta. Un alivio para mucha gente, pero con un coste muy importante para la Hacienda Foral, que hasta ahora ha evitado concretar las cifras precisamente por su difícil encaje presupuestario.

VALOR POLÍTICO

Es el dibujo general de un presupuesto que mira mucho a Madrid, pero tiene también gran valor político en Navarra. No ha sido fácil la negociación en Palacio, y en particular entre PSN y Geroa Bai. Una vez más han vuelto a asomar los recelos habituales entre dos formaciones que en unos meses volverán a competir en las urnas.

El acuerdo sin embargo se ha vuelto a imponer, y lo ha hecho además en un marco de negociación bastante leal y realista. No había otra alternativa que un pacto presupuestario, y éste ha llegado en el plazo previsto y sin discrepancias públicas.

Lejos queda ya el enfrentamiento de primavera por el Convenio Económico, el euskera o el profesorado de religión. Las diferencias siguen siendo importantes, pero la apuesta por sostener la alianza en el futuro –con la presencia de Podemos como agente transversal– sigue siendo prioritaria. Para lo bueno y para lo malo, PSN y Geroa Bai tienen asumido que se siguen necesitando para gobernar en Navarra, lo que sienta las bases para la continuidad del Gobierno de coalición tras los comicios de mayo. Este es un primer paso en esa dirección.

Es el principal mensaje que dejan los presupuestos de 2023. Si se aprueban en el Parlamento, serán los cuartos de la legislatura, con la derecha fuera de juego por octavo año consecutivo. Todos los posibles desde que UPN dejó el poder, lo que evidencia la solidez y la cohesión de la mayoría progresista en Navarra.

Queda pendiente el acuerdo con EH Bildu, que es y seguirá siendo un aliado clave, pero no parece que vaya a haber mayores dificultades más allá de las diferencias en materia de fiscalidad. Después de tres años de pragmatismo en Navarra y en Madrid, ni puede ni le interesa romper la dinámica de negociación y acuerdo. Mucho menos cuando la alternativa pasa por abrir la puerta a una derecha malhumorada y con ganas de revancha. Tampoco al Ejecutivo foral, que necesita enviar un mensaje de estabilidad y solvencia en medio de la incertidumbre.

Se abre ahora el plazo para la discusión parlamentaria. Para marcar posiciones y para acordar el reparto de fondos que el Ejecutivo vuelve a dejar a sus socios para sus respectivos compromisos en el trámite de enmiendas. Pero el grueso del trabajo está ya hecho. La mayoría progresista en Navarra mira ya a la próxima legislatura.