Ya tenemos skyline. No es poca cosa y es también un octosílabo perfecto. Con poco más esfuerzo puede escribirse una jota, ya que la terminación en -ain abre la posibilidad de rima a media Cuenca. Una jota contemporánea, claro. Un escailain es un activo y genera más autoconciencia si cabe. Se me ocurrió el pasado viernes santo dando un largo paseo. Quien dice jota dice otra fórmula. Otra fórmula sería también necesaria para otras realidades urbanas. ¿Cómo llamarían a las líneas trazadas por bajeras que se caen a trozos, espacios deprimidos a ras de suelo, calles y barrios sin skyline, esos que piden un tango suburbano?

Cualquier asentamiento humano con ayuntamiento tiene conciencia de sí, la comunica y la completa con el paso del tiempo. Vamos, como usted y yo. ¿Qué seríamos sin ella? Contenedores sin historia ni proyectos, puro presente descolgado ¿Y qué somos con un exceso de autoconciencia, con una hiperpresencia del yo, del considerado bonito y vendible? Pelmas cultivando la reiteración.

El pasado viernes santo vi los toros de la cuesta de Santo Domingo y la caseta del cuerpo de guardia que tantas experiencias expositivo-inmersivas va a dar a tantas personas durante todo el año. Luego, frente a San Lorenzo cuando terminaba la procesión, la Dolorosa pasó junto al cartel que la anunciaba. Fue una revelación: para existir, todo se duplica.

No fue buscado, estaba bastante contemplativa, pero vas acumulando contemplaciones y te salen pensamientos.

En el caso de Pamplona, la autoconciencia es un espejo, pero no de cuerpo entero. No obstante, guardo escondida una esperanza humilde. Quizá, algún día, llegue un ayuntamiento que mire lo que queda fuera del marco y quiera proporcionar experiencias de diario, de calidad, a la altura de los ojos, cambiar el contenido de la autoconciencia. ¿Y si nos conocieran por eso?