El lunes escribía que las elecciones generales previstas inicialmente para otoño serían un factor importante en las negociaciones de los pactos políticos en Navarra. Ayer Sánchez anunciaba que esos comicios serían el próximo 23 de julio, una fecha que sitúa el inicio de la campaña electoral el 7 de julio, en plenos Sanfermines. Ya pinta mal eso para Navarra, donde julio es cada vez más un mes festivo y vacacional en mayor medida que el resto de comunidades. La influencia de esa convocatoria en el Estado ha llegado a Navarra en pleno inicio de los contactos entre los partidos para conformar el nuevo Gobierno de Navarra y elegir a alcaldías. La voluntad política libre y democrática de las navarras y navarros avaló el domingo en las urnas la mayoría progresista actual con claridad sobre la alternativa de derechas de UPN, PP y la ultraderecha de Vox, recién invitada al Parlamento de Navarra. Y ese camino es por el que apostó la presidenta Chivite la misma noche electoral y el que Geroa Bai, por medio de Uxue Barkos, le ha reclamado que iniciará la andadura cuanto antes para clarificar la decisión y voluntad de las formaciones políticas en torno a la continuidad de un Gobierno progresista y plural en Navarra y en ayuntamientos. Los socialistas recogieron el guante y, tras celebrar la reunión de su comisión ejecutiva posterior a las elecciones, mostraron su disposición a abrir el diálogo con Geroa Bai y Contigo-Zurekin. Conocer la voluntad y la capacidad de decisión de cada una de las formaciones políticas parece esencial para poder abordar las negociaciones desde la misma confianza que la sociedad navarra ha depositado en ese modelo de entender la política y la gestión del Gobierno. A nadie se le puede escapar que el adelanto electoral en el Estado puede introducir condiciones derivadas del galimatías de polarización permanente en que está instalada la política española. Es cierto que en Navarra ha tenido mucha menor influencia electoral para los socialistas –como en la CAV, Asturias o Catalunya–, las siglas de EH Bildu han copado, guste poco o nada sobre todo tras la publicación de sus listas, el leiv motiv diario de la campaña contra el PSOE y Sánchez, igualmente por parte de UPN y PP en Navarra, y eso ha sido una de las causas de los malos resultados del PSOE en el Estado. No sé ahora hasta donde puede afectar ese factor en las negociaciones para asentar los pactos en Navarra, pero es imposible no contar con que será una densa sombra que estará presente en ese diálogo que ahora se inicia. Hay tiempo para sin prisas cerrar acuerdos, de entrada posiblemente más complejos que hace cuatro años, que garanticen la estabilidad institucional y normalidad política que ha disfrutado Navarra durante los últimos ocho años y sus consecuencias positivas en el ámbito social, económico y laboral. Aún así, es inevitable no otear por las cercanías las sombras del pasado, esas mismas sombras que otras veces han impuesto las necesidades externas de Madrid sobre los intereses generales y necesidades propias de Navarra. O echar mano del recurso a la repetición electoral como recurso de última hora para eludir las responsabilidades de la falta de acuerdo o de vetos a los pactos alcanzados en Navarra. La desconexión de Madrid con la realidad social y política de Navarra es inmensa, aunque eso da igual. Confío, quizá me equivoque, en que el pasado sea eso, pasado y la decisión política democrática de la sociedad navarra se respete.