El PSN volvió a facilitar ayer que UPN gobierne las principales localidades de Navarra. Pamplona es el caso más paradigmático de lo que se anuncia como un nuevo mandato de debilidad con los nueve concejales de UPN al frente del principal Consistorio foral formado por 27 electos.

Los 16 votos que sumaron las fuerzas de progreso con EH Bildu a la cabeza (8) sitúan a la derecha (once con el PP) en una posición de debilidad histórica, por no decir de ingobernabilidad absoluta.

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Cristina Ibarrola (UPN), nueva alcaldesa de Pamplona Javier Bergasa

Una oportunidad perdida para haber conformado un gobierno de progreso tal y como planteaba en las urnas una ciudadanía que no entiende que cuatro años de parálisis no hayan servido para algo. En un escenario político además bien diferente al de 2019 tras los pactos alcanzados entre Bildu y PSN tanto en el Gobierno de Navarra como en Madrid, además de los proyectos en los que desde la oposición municipal a Maya se han puesto de acuerdo EH Bildu, PSN y Geroa Bai. Los socialistas plantearon al menos esta vez una alternativa para allanar el camino.

EH Bildu ha reivindicado un liderazgo indiscutible que, a la vez, no les ha servido para nada ya que el resultado de su propia fuerza tras unas elecciones muy polarizadas les impide ahora articular un consenso real. Responsabilidad también del resto de las fuerzas de progreso que no han sido capaces de conectar con la sociedad. En todo caso el veto socialista a EH Bildu (que no lo tiene ni UPN con tres ediles que han votado a la alcaldesa abertzale de Gares - Puente la Reina) a la hora de apoyar las alcaldías en aquellos municipios donde son la fuerza progresista más votada, pero sin empachos para recibir sus votos cuando es el PSN el que sale elegido, no sólo se ha extendido a poblaciones como son Barañáin, Egüés o Estella-Lizarra, sino que han ido más lejos al encumbrar a la alcaldía a UPN en Castejón. No hay complejos en gobernar con Bildu mientras no toquen la makila. EH Bildu deberá tomar nota.

La formación del Gobierno foral está a la vuelta de la esquina y lo ocurrido ayer puede abrir una brecha entre los socios de gobierno al depender Chivite de los votos de una fuerza más marginada que nunca. La tentación de querer garantizar la estabilidad de Iruña sitúa a su vez a los socialistas en un juego a dos bandas y genera mayor incertidumbre al futuro gobierno de progreso en Navarra. Un PSN que ha resistido el tirón en las elecciones forales pero que se somete de nuevo al foco mediático en las generales generando nuevas dosis de incertidumbre a su política de pactos.