Una historia del cantaor flamenco

Orquesta Sinfónica de Navarra. Oliver Díaz, dirección. Sordera, Antonio Reyes, La Tremendita, cante. Alfredo Lagos, guitarra. Alejandro Rojas Marcos, piano. Juan Jiménez, saxo. Perico Navarro, percusión. Estreno de Mauricio Sotelo. Flamenco on Fire. Lugar: Baluarte. Fecha: 23-08-2023. Incidencias: Media entrada.

Tres mundos importantísimos del arte flamenco: el homenaje a Manolo Caracol en el cincuentenario de su fallecimiento, cantaor fundamental e influyente. Mauricio Sotelo: prolífico compositor, fundamental, en la proyección de grandes artistas (Morente…) y en nuevas composiciones. Y el mundo de los tablaos, con la referencia del fundado por Caracol: Los Canasteros. Así comienza el festival flamenco pamplonés de este año. Y pasará a la historia por el estreno de Mauricio Sotelo de una obra que recopila la Historia del cantaor flamenco. Con ese título se presentó la velada, dilatada en exceso (desde las nueve treinta, hasta pasadas las doce y cuarto), y de la que toda la segunda parte hubiera requerido otra sesión. El compositor Mauricio Sotelo ha integrado el flamenco en la vanguardia musical. A través de su flamenco espectral, su Alterflamenco, ha logrado que este arte entre con naturalidad en la orquesta, en la ópera, en la música de cámara o sinfónica. Y lo hace magistralmente como un compositor que conoce todos los resortes compositivos, pero que nunca deja de ser flamenco. La obra estrenada, para saxofón, cantaor, cantaora y orquesta, es compleja de interpretar, pero clarísima de entender, porque ciñe a la orquesta en el compás flamenco, consigue atmósferas de embrujo, se estructura siguiendo la tradición: con los palos flamencos narrando los textos, y ofrece timbres novedosos en la orquesta. El comienzo fue francamente emocionante: Vicente Soto Sordera, se arranca por martinete con el chasquido de los dedos como yunque de herrería; a continuación la orquesta toma el compás y el saxofón la voz, en un alarde de fraseo y sentimiento por parte de Juan Jiménez, el saxo solista. A partir de ahí, se suceden los muchos detalles que siempre nos remiten al arte flamenco, con Antonio Reyes y Rosario La Tremendita, que recuperan la palabra y cantan con hondura y entrega un texto que, como suele suceder, se nos escapa, pero que atiende al sentido del cante. (Varias veces hemos pedido que se pongan supratítulos, como en la ópera). El saxo solista pasa del quejío al jazz, la orquesta de la disonancia al aire de copla, los cantaores, de la disciplina impuesta por la batuta, a cierta libertad individual. Todo tiene cabida en esta mágica partitura que, incluso, da pie a unos pasos fundamentales y rotundos de bailaor. Bien es cierto que ensamblar toda esa riqueza y complejidad es muy difícil; sobre todo al combinar el sonido natural de la orquesta con la amplificación de los solistas, pero Oliver Díaz, desde el podio, (supongo que con menos ensayos de los que hubiera querido), supo trasmitir la extraordinaria calidad compositiva de Sotelo (en el recuerdo tenemos El Público del Teatro Real). Estaba presente el compositor y subió al escenario a recibir los aplausos del público. La orquesta sola comenzó ambientando la noche con el homenaje a la Alhambra, de Debussy.

En la segunda parte, convertido el escenario ya en tablao, y con un guitarrista y un pianista estupendos, Vicente Soto Sordera, con voz ya hecha de años, canta “bulerías por soleá, o soleá por bulerías, o sea bulerías para escuchar”, se explica él mismo. Luego otra tanda de bulerías y seguiriyas. Lo hace todo con autoridad y se va bailando. De nuevo, y acompañado de piano, Juan Jiménez, canta con saxofón. Antonio Reyes, con juventud y brillo en la voz, matiza muy bien su cante, lo dota de enrabietados fuertes e íntimos susurros; termina con fandangos. Y Rosario La Tremendita, que tiene cartel, lució su fusión, tocando la guitarra eléctrica, acompañada de piano, saxo, batería y palmeros. Sus fans se quejaban de que cantó poco rato. Y es que lo dicho: toda la segunda parte requería otro día. En cualquier caso, bonito homenaje a Caracol: “doctor en sonidos negros”, “la voz que hasta cuando canta, reza”.