Las lluvias torrenciales y las altas temperaturas han convertido mi balcón, casi, en un patio cordobés. ¿Cuándo se ha visto que a mediados de septiembre estén las macetas que ni en la mejor primavera imaginable? La albahaca y la hierbabuena no pueden parar de echar hojas, han vuelto a salir flores aquí y allá, mis vecinas tienen los geranios a reventar…. Digamos que se trata de una de las pocas vertientes positivas del cambio climático y a algo luminoso hemos de agarrarnos cuando nos rodea el caos y la tristura. Sólo en esta semana hemos sabido de la muerte a golpes de un hombre que se enfrentó en Barcelona a un ladrón para recuperar el móvil que le había robado, del fallecimiento de un joven en Madrid cuando trepaba por la fachada de su casa tras olvidarse las llaves dentro y de la desaparición en Paterna de un ciclista al ser arrastrado por el agua del barranco que intentaba cruzar, pese a ser advertido del peligro. Semana aciaga y absurda en la ni siquiera comprendo por qué el Ayuntamiento de Pamplona anunció que no instalará aseos portátiles durante las fiestas San Fermín Txiki, sólo horas antes de que la alcaldesa Ibarrola comunicara todo lo contrario a los representantes de la Comisión de Fiestas. Habrá baños en el Casco Viejo, está bien, pero no entiendo nada.