EL sexto aniversario del referéndum del 1 de octubre en Catalunya ha coincidido este año con un contexto radicalmente distinto en el que se vislumbra una ventana de oportunidad para que el conflicto político entre por fin en vías de una solución negociada. Después de la efervescencia por la celebración de la consulta de 2017, acrecentada por la indignación y la rabia ante la brutal represión policial y, posteriormente, por la judicialización del procés con la condena y encarcelamiento de sus líderes, el independentismo ha entrado en los últimos años en una espiral de creciente división y enfrentamiento derivados de la adopción de estrategias distintas que ha llevado incluso a la ruptura del Govern de coalición entre ERC y JxCat. Sin embargo, el enrevesado resultado de las elecciones generales de 23-J ha permitido a las formaciones independentistas adquirir un protagonismo clave y determinante en una posible investidura de Pedro Sánchez. Esta circunstancia sobrevenida ha permitido un nuevo acercamiento estratégico entre ERC y Junts de cara a las negociaciones que ya se han venido dando en las últimas semanas y que deben concretarse ya a corto plazo. Esta renacida unidad independentista, aunque solo sea instrumental y coyuntural, ha determinado los términos en que debe darse un eventual acuerdo para investir a Sánchez: la amnistía y la autodeterminación. Es obvio que la celebración de este aniversario del 1-O –habitualmente reivindicativo– ha podido influir en la contundencia del planteamiento. Aunque la respuesta del PSOE ha sido también categórica rechazando la celebración de un referéndum –no así de la amnistía u otra figura con efectos similares–, es indudable que deberá ser objeto de negociación. La formulación realizada ayer por el president Pere Aragonès de que es necesario un compromiso del Gobierno español de “trabajar para hacer efectivas las condiciones” de un referéndum acordado con el Estado puede dar pie a una solución satisfactoria. Es la gran oportunidad para Catalunya, cuya ciudadanía se mantiene expectante ante esta oportunidad histórica. La unidad de todo el independentismo, pese a las duras críticas y la oposición de la ANC que sigue manteniendo su radicalidad, se antoja indispensable para una negociación complicada que precisará también de cierta modulación.