Estos días constituye todo un dilema decidir qué ponerte para salir a la calle. A primera hora es ya invierno, pero al mediodía y al sol puede pasar por un delicioso día de mayo. Afortunadamente, algo ha llovido ya. Hasta dicen que en el Pirineo central ya se han visto las primeras cumbres cubiertas de blanco. Buena falta hacía, después de un verano con refugios de montaña en la parte francesa sujetos a restricciones de luz y a punto de cerrar por ausencia casi absoluta de agua.

La crisis climática la nota cualquiera que tenga un mínimo de afición a la montaña. Este año ya no va a abrir la estación de esquí de fondo de los chalets de Irati, en Zuberoa, a muy pocos metros de la muga con Navarra. Abierta desde los 80 del pasado siglo, la escasez cada vez más acusada de nieve ha provocado su cierre tras unos últimos años de vida lánguida. Así que partir de este invierno será la estación salacenca de Abodi, unos pocos kilómetros más allá, pero a casi 200 metros más de altura, la más occidental de toda la cordillera. Que ésta siguiera funcionando por mucho tiempo sería una buenísima señal para todos, pero los datos que nos viene aportando la comunidad científica no dan mucho pie al optimismo.

Se calcula que a la velocidad que va la subida de temperaturas, en muy pocos años habrán cerrado sus puertas más de un tercio de las infraestructuras dedicadas a los deportes de nieve de toda Europa, entre ellas la mayoría de las situadas en los Pirineos. A pesar de ello, oímos que el nuevo gobierno aragonés del PP y Vox pretende resucitar el proyecto para unir las estaciones de Astún y Formigal a través de la Canal Roya. Inversiones millonarias en cemento y acero en un paraje virgen, con el pretexto de un elemento que muy pronto es probable que sólo reconozcamos por postales suizas o noruegas.

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Semana Blanca de Navarra: XXXIX Campaña Escolar de Esquí de Fondo Javier Bergasa