Estamos en la recta final de llegada de las entrañables fechas y, un año más, habrá que recordar la importancia que para una ciudad como Pamplona tiene el hecho de que le demos cancha al comercio de cercanía. Las Navidades son unos días de venta que para muchos comercios son básicos para su supervivencia y una de las batallas más grandes que tienen que librar la libramos cada uno de nosotros en nuestro interior. Desde hace unos años, la comodidad de sentarse delante del ordenador y elegir regalos a golpe de click para que nos los envíe por correo una multinacional del sector de manos de algunas de las empresas más ricas y poderosas del planeta es enorme. Sin salir de tu casa, tienes las compras hechas.

En ocasiones, es cierto, incluso con un coste menor que si las compras en el comercio de debajo de casa. Pero el coste es enorme, porque estás vaciando de vida tu ciudad, estás cooperando claramente a que se cierren bajeras, a que calles enteras parezcan haber sido arrasadas por un incendio, a que tu barrio se parezca mucho a eso que se llama barrios dormitorio.

Si le damos unas cuantas vueltas a la cabeza y le dedicamos un poco de tiempo, se puede encontrar prácticamente de todo en los comercios de Pamplona y con nuestras compras vamos a permitir que miles de personas que se han arriesgado mucho por levantar una persiana sigan pudiendo vivir de una actividad que les da vida a ellos y nos da vida a nosotros. Una ciudad con comercio sano y vivo es una ciudad mucho más alegre y positiva que una ciudad en la que se mueren de inanición cientos de tiendas cada año. Vienen fechas importantes, aunque todas lo sean en esta batalla contra la venta por correo y las grandes superficies. Piensen en ustedes mismos: imaginen que su trabajo lo hace igual un ente situado a 1.000 kilómetros y que lo sustituyen por él. Es lo mismo. Demos un poco la cara por lo de aquí.