Poco más que un suspiro ha durado el anunciado giro de UPN, verbalizado el pasado día 26 por su presidente, Javier Esparza, quien prometió moderación para buscar alianzas con PSN y Geroa Bai.

Lo dijo en el acto del día del partido, donde se marcó el firme propósito de liderar una formación “centrada y útil”, después de años sin apenas influencia en la vida política como consecuencia de su incapacidad para el entendimiento con el diferente. Ayer, tras conocer el acuerdo para desbancar de la Alcaldía de Pamplona a Ibarrola –algo que por otra parte era vox populi–, entró en competición con el resto de las derechas por lanzar el mayor exabrupto y se mostró como un alumno aventajado.

Mientras el PP intentó ser algo más fino y habló del “pacto encapuchado”, Esparza acusó al PSN “de entregar el Ayuntamiento de Pamplona a terroristas”. Una acusación tan falsa que podría ser motivo de querella.

Más allá de la pataleta y el insulto, no ha habido sin embargo en UPN algo de autocrítica ni un análisis mínimamente pegado a la tierra. Alguien debería preguntarse por qué Maya solo fue capaz de sacar adelante un presupuesto –el que le regalaron por la covid– en ocho años de mandato y por qué Ibarrola había entrado en la senda de conducir a la capital a otra parálisis similar. Seis meses de errática gestión nos va a dejar como pésimo legado sus rectificaciones con el parking de la plaza de la Cruz, la rotonda de San Jorge, la reurbanización de Sarasate o el carril bici de Beloso, y nula voluntad real de acuerdo con la oposición.

En este escenario, la moción de censura es sin lugar a dudas una buena noticia para la sociedad pamplonesa. Iruña tiene ahora la posibilidad de salir de un letargo que ha postergado proyectos que deberían estar ya encarrilados. A partir del día 28 se configurará una mayoría en el Consistorio con suficiente fuerza –16 votos de 27– que pondrá fin a la anomalía que suponía llevar las riendas de la capital sin apoyos suficientes para desarrollar un proyecto político que mejore las condiciones de vida en el principal municipio de Navarra.

En definitiva, una democrática decisión que vuelve a poner sobre la mesa el mal perder de la derecha. Emulando el comportamiento que PP y Vox tienen en Madrid contra Sánchez, UPN llama a la movilización en las calles, al tiempo que rompe relaciones con el PSN, que es quien históricamente le ha permitido catar el poder. Una postura, la de manifestarse, igualmente democrática, que tiene el consabido riesgo de polarizar todavía más la política y que deja a las claras que el giro de UPN era hacia la derecha.