Lucho lleva unos años haciendo el árbol genealógico de su familia. Es un ser imaginario, pero eso no le impide tener un árbol genealógico. Y él es feliz con su investigación. Se le ve entusiasmado con lo que, al parecer, está encontrando. Dice que ir hacia atrás le da fuerzas para seguir adelante, ¿no es maravilloso? En fin. Estamos un día más ahí, en la terraza del Torino. Disfrutando del ajetreo prenavideño, como dos cenutrios de antaño: uno simpatizante de la UPN y el otro no. Y acto seguido le digo: tienes toda la razón, viejo amigo, dar mucha importancia a cosas que tienen poca y lo contrario, quitarle importancia a lo que realmente la tiene, es normal. Lo hace todo el mundo. Los más listos, no obstante, lo hacen más. Porque lo importante, ¿qué es? Acaso alguien sabe ¿qué es lo importante? Unos te dirán una cosa y otros, otra. Unos te dirán la dignidad y otros el encanto. Hasta habrá quién se atreva a decirte que lo más importante de todo es la solidaridad, le digo. O que lo único importante de verdad es el dinero, me dice él.

En cualquier caso, por favor, y sin quitarle importancia al dinero, Lutxo, yo creo que lo importante de verdad es la justicia, le digo poniéndome un poco solemne. Y me dice: Eso es muy fácil decirlo, pero ¿a qué justicia te refieres? Como si hubiera distintos tipos de justicia, claro. Que puede que los haya, yo qué sé. No obstante, solo hay un tipo de justicia, creo yo. O es justicia o no lo es. Y esa es la cuestión. En cualquier caso, Lutxo, la alcaldesa Ibarrola cede con pena su bastón por falta de apoyos, despidámosla con educación. A veces tienes la sensación de que todo es una maldita farsa, lo sé. No obstante, eso no te impide brindar por estar vivo y esperar un año mejor, le digo. Y me suelta que ha descubierto que uno de sus antepasados fue pirata. Menudo hallazgo, le digo. Ancestros piráticos todos tendremos alguno, digo yo.