No echaremos de menos a los tractores en el centro de la ciudad. Lo más parecido –diría– a unas armas de destrucción masiva, tanques que han tomado nuestras calles sin previo aviso y han paralizado el tráfico de las principales vías navarras y pamplonesas durante cuatro días. Pero es verdad que la sociedad los ha respetado. Me refiero a la hora de ponernos al otro lado de la barricada pese a los atascos. Yo hablaría incluso de comprensión.
Ayer por la noche me topé con jóvenes estudiantes urbanitas que volvían de Juevintxo y no sólo manifestaban su apoyo a las movilizaciones sino que, además, conocían sus reivindicaciones, conscientes de que la larga cadena alimentaria termina en nosotros y empieza en ellos. El compromiso arrancado ayer del Gobierno foral para conseguir mejoras fiscales, entre otras medidas, demuestra que el sector primario necesita de más apoyos y que “reforzar” su papel debe estar en la agenda política. La capacidad de Navarra es limitada pero nuestro autogobierno y autonomía fiscal debe ir acorde con la apuesta por un desarrollo sostenible y productos de proximidad. Lo reconocía ayer uno de sus interlocutores: “No podemos solucionar lo que se lleva deteriorando 20 o 30 años pero creo que es un primer paso”.
Los agricultores navarros saben que buena parte de sus demandas competen a otras instancias, principalmente a la política agraria europea. Pero también deben asumir que la lucha contra en el cambio climático nos compete a todos y exigir que en el campo no haya exceso de químicos que contaminen nuestros cuerpos o que los huevos no sean de gallinas criadas cruelmente en jaulas hacinadas.