En 2004, el profesor de la Universidad de Harvard, Joseph Nye, escribió su famoso libro Soft Power: The means to sucess in world politics. Acuñaba el término Poder blando para describir la capacidad de un actor político, como por ejemplo un Estado, para incidir en las acciones o intereses de otros actores valiéndose de medios culturales e ideológicos, con el complemento de medios diplomáticos. Desde entonces su concepto ha sido ampliamente utilizado como forma de diferenciar el poder sutil de la cultura o de las ideas, frente a formas más coercitivas de ejercer presión, también llamadas poder duro, como por ejemplo la acción militar, o como las presiones y condicionamientos de tipo económico. Si existe una organización institucional que se ajusta más desde su origen y fundación al Poder blando, esa es la Unión Europea. Nacida para poner fin al drama de las guerras mundiales en Europa, la UE representa un conjunto de valores y principios basados en la defensa de los derechos humanos, de las libertades y de la democracia.

SEDUCCIÓN EN VEZ DE COACCIÓN

Si el poder es la habilidad para influenciar el comportamiento de otros y obtener los resultados que se desean, es evidente que existen diversas formas para lograrlo. El Poder blando, basado en captar a las personas en lugar de coaccionarlas, es lo contrario del Poder duro que por desgracia impera más en el mundo geopolítico que vivimos. Ese Poder blando, que debería recuperar la UE, descansa en tres recursos: Cultura, valores políticos y políticas exteriores. Se logra cuando otros los ven como legítimos y que tienen autoridad moral para seguirlos. Una nación o en el caso de la UE, una unión de naciones, puede obtener los resultados que quiere en política mundial porque otros países, admirando sus valores, emulando su ejemplo, aspirando a su nivel de prosperidad y apertura, quieren seguirlo. La seducción siempre es más efectiva que la coacción, y valores como la democracia, derechos humanos y oportunidades individuales son profundamente seductoras.

El CONTAGIO EUROPEO

Pese a que no existe base legal para convertir a la UE en un Poder duro, pues, en los Tratados no se habla de ello, en los últimos dos años, desde la invasión de Rusia de Ucrania, en la UE impera el lenguaje defensivo primero y ahora ya claramente armamentístico. Es cierto que emplear las herramientas del Poder blando es mucho más complicado que optar por la fuerza bruta, porque requiere de un esfuerzo persuasivo que para logar sus resultados en mucho más lento. Trabajar con ese soft power requiere coherencia, perseverancia y mirada a largo plazo. De otra forma, es imposible alcanzar los objetivos deseados. El problema en el seno de la UE ha surgido por el temor, si no pánico colectivo, de los Estados miembros más cercanos al conflicto en Ucrania.

El miedo es libre y sus gobernantes y ciudadanos están en el legítimo derecho de desconfiar de las intenciones de un autócrata como Putin. Pero la grandeza de la Unión consiste en encontrar consensos en torno a la idea de paz y prosperidad que la vio nacer. Que los dirigentes de las instituciones europeas se pongan a la cabeza de la manifestación proclamando la necesidad urgente de convertirnos en un Poder duro, es un síntoma de desenfoque total de la visión de lo que es y debe ser la UE.

No será porque la Comisión Europea no ha puesto en marcha programas estratégicos para desarrollar ese Poder blando de la UE al que nos debemos por esencia. Por un lado, la Brújula Estratégica y por otro del Global Gateway se han pensado y puesto en acción con el fin de convertir a Europa en un actor global determinante sin el empleo de la fuerza. La Brújula pone énfasis en impulsar sus capacidades de análisis de inteligencia; desarrollar un conjunto de instrumentos y equipos de respuesta contra las amenazas híbridas; desarrollar el conjunto de instrumentos de ciberdiplomacia y establecer una política de ciberdefensa de la UE para estar mejor preparada y responder mejor ante los ciberataques o elaborar un conjunto de instrumentos contra la manipulación de información y la injerencia por parte de agentes extranjeros. Y el Global Gateway promueve conexiones sostenibles y fiables útiles para las personas y el planeta. Ayuda a hacer frente a los retos mundiales más acuciantes. Esos son los recursos y las herramientas que son propios de la UE pero solo hablamos de producir armas, cerrar fronteras a la migración y ni siquiera somos capaces de parar la masacre en Gaza porque no somos creíbles ni seducimos.