Mañana es el Día del Libro. Una excusa perfecta para abastecerse de literatura, historia, poesía, comic, lo que sea con tal de leer. Lo único que nos salva frente a tanta bazofia diaria. Así que me pasaré por Carlos III en busca de: Un lugar soleado para gente sombría de Mariana Enriquez, la dama argentina del horror barroco que conmueve con sus cuentos de terror, como ya hiciera con Nuestra parte de noche. Espero encontrar también El estilo de los elementos, de Rodrigo Fresán, otro argentino que escribe en estado de gracia, como si estuviera a merced de la velocidad de las cosas. Sus libros , a veces inclasificables, van y vienen en busca de la memoria o la desmemoria. Porque con Fresán siempre recordamos.

Imprescindible La llamada de Leila Guerriero. Trata la historia de Silvia Labayru, una ex militante de Montoneros que fue torturada y violada en la ESMA y que sobrevivió a la dictadura argentina. Leila aborda esta historia con fascinación, casi sin respirar. Pero es que Leila es así, brutal, feroz y precisa. De La mala costumbre de Alana S. Portero se ha dicho que hay que leerla para entender “cuánto dolor hay en el hecho de nacer en un cuerpo equivocado”. Y también Aflicción, de Russell Banks, un western negro y crepuscular que narra el “hundimiento total de un hombre corriente atrapado en una vida fallida desde la infancia”.

Volviendo a casa. Sánchez Ostiz acaba de publicar Osadías y descalabros, su última obra desde que se quedó sin fuerzas. Pero no se pierdan Ahora o Nunca, sus diarios más íntimos, toda una explosión de sinceridad a la intemperie. Un paseo por las aristas más cortantes de su vida, sin cuerda, a pelo.

Otro de los nuestros es Jokin Azketa, quien se está haciendo un hueco en el género negro. Su última novela, La sangre de los otros, viene a confirmar que Norman Scarf ya es arte y parte de los paisajes y paisanajes de Jokin.

Pues eso, compren y lean.