Cumplir cien años no es cualquier cosa. Así que el pasado sábado 18, en la plaza de Elgeta (Gipuzkoa) se celebró un cumpleaños muy especial. Y es que cien años atrás, en 1924, miles de personas llegadas de toda Euskal Herria llenaron esa misma plaza para fundar la Federación Vasco Navarra de Alpinismo.

Porque en Elgeta, como en otros lugares, la montaña era arte y parte del trabajo y de la vida. Algo que acabaría en la pasión de un naciente montañismo.

En ello los clubes de montaña tuvieron mucho que ver. Ellos fueron los terminales democratizadores y socializadores de esta actividad. No solo lograron que la montaña fuera un espacio de encuentro colectivo, sino también de participación. En ellos, las primeras mujeres mendigoizales encontraron ese hueco que les acercó a las montañas.

Esa Federación hermanada duró 66 años. Hasta que las normas autonómicas de la Transición cortaron ese camino compartido. Aún hoy sigue siendo imposible –administrativamente– juntarse en una única Federación. Por eso se ha ideado un órgano común que permita actuaciones conjuntas, el Euskal Herriko Mendi Biltzarra.

Ni qué decir tiene que a lo largo de estos cien años, la actividad montañera en Euskal Herria ha llegado a ser una forma de entender la vida. Sin olvidar que este territorio está a la vanguardia estatal en éxitos de montaña. Detrás de esto hay mucho trabajo. De muchos y de muchas. Y también muchos retos frente a una sociedad cada vez más compleja.

Unos desafíos que pasan, en mi opinión, por impulsar el deporte de base, promover el relevo generacional de los clubes de montaña, la igualdad de género y la recuperación de un montañismo humanista, solidario y popular.

Ya lo dice Pablo Batalla en “La virtud en la montaña”, que en los clubes de montaña se programan caminatas mancomunadas que anudan amistades interclasistas e intergeneracionales. Vamos, un montañismo anticapitalista. Así que, Zorionak Elgeta!