Cuando se acaban de cumplir ocho meses de la ofensiva israelí sobre Gaza tras el ataque perpetrado por Hamás el 7 de octubre, el balance de la guerra refleja el horror de una masacre con cerca ya de 37.000 muertos y 83.600 heridos en la Franja. Durante todo este tiempo, Israel ha castigado duramente a la población civil palestina con intensos y mortíferos bombardeos, ha arrasado la Franja y ha obligado a desplazarse a centenares de miles de personas, a las que somete a condiciones inhumanas al límite de la hambruna. Sin embargo, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, no ha conseguido ninguno de los objetivos que se marcó en el inicio de la ofensiva, principalmente acabar con Hamás y liberar a todos los rehenes en manos de la milicia islámica.

De hecho, la liberación ayer de cuatro de las personas secuestradas –aunque para ello dejara otros 150 muertos en duros bombardeos– es considerado uno de los mayores éxitos logrados hasta ahora por Tel Aviv. Lo es por lo que significa de victoria moral para los israelíes, pero sobre todo para el propio Netanyahu, que se sacude parte de la presión interna incluso dentro de su propio Gobierno –de hecho, tras la operación el número dos del gabinete de guerra y exjefe del Estado Mayor, Benny Gantz, canceló una comparecencia en la que se especulaba que iba a anunciar su dimisión– y puede exhibir, también de cara al exterior, los frutos de su estrategia de mano dura contra Hamás.

A este respecto Israel está especialmente interesado en subrayar que la operación de rescate de los rehenes se ha producido dentro del campo de refugiados de Nuseirat, en el centro de la Franja de Gaza, lo que demostraría que Hamás utiliza, en efecto, estos espacios en los que se resguarda la población civil para esconder a sus milicianos y a los secuestrados.

Un mensaje que, sin duda, llegará a quienes, como la ONU y la Corte Internacional, le exigen que cese su ataque a Gaza. En todo caso, la matanza llevada a cabo durante la liberación es injustificable. Ello obliga a la búsqueda de una solución que ponga fin a la guerra. La iniciativa de alto el fuego en tres fases anunciada por el presidente de EEUU, Joe Biden, no termina de concretarse, aunque Catar y Egipto, los principales mediadores, han redoblado esfuerzos para reactivar las negociaciones, sin grandes esperanzas de acuerdo.