Los Sanfermines comenzaron ayer a lo grande. Con más ganas que nunca. Grandes por multitudinarios, por un ambiente inmejorable, por esperados (nueve días de fiesta en la calle con dos fines de semana), porque no hubo que lamentar incidentes pese a la cantidad de visitantes que llegaron a la ciudad, por la cordialidad que se vivió dentro y fuera del Consistorio, y porque este año tuvo a uno de los grandes al frente de la ceremonia iniciativa: Duguna Taldea (75º aniversario) con sus tres representantes en el balcón (y más de 30 en Casa Seminario) haciendo un homenaje a nuestras tradiciones, a nuestra música y folklore que convierten estas fiestas en populares. El saludo de los dantzaris -como alma de la fiesta- fue un auténtico grito de guerra, la señal para que la ciudad se pusiera a bailar y a disfrutar de la fiesta. Una marea humana como pocas veces hemos visto se movía entre olas de gente interminables por todas las calles adyacentes a la plaza consistorial, punto neurálgico del planeta a las doce del mediodía.

Indescriptible por emocionante y casi épica la escena de la salida de gaiteros y txistularis y los mozos y mozas cantando al unísono “Ánimo pues” veinte minutos después de las doce en la Zona Zero. Concordia y tolerancia en la calle y también en el compromiso firmado por todos los grupos municipales a favor de la convivencia, un manifiesto al que se adhirieron más de 70 colectivos y personalidades que participan en la fiesta y que demuestran que los Sanfermines están por encima de todas las diferencias. Pluralidad política, social y cultural de esta ciudad que se refleja en todo su programa festivo tanto oficial como popular. Un reto también para gobierno municipal a la hora de que sean unos Sanfermines ejemplares, especialmente en momentos como hoy en la procesión. Y un desafío como ciudad de acogida de tantos miles de visitantes de todos los países y comunidades, un esfuerzo de ciudadanía y fuerzas policiales para sea una ciudad segura.

También igualitaria, y de ahí el trabajo del Consistorio en coordinación con otras instituciones y asociaciones para asistir pero también para prevenir, para que el alcohol y el desfase no sirvan de cortina para que se den situaciones de abuso o agresiones. Para que el jolgorio de chicas y chicos o de adolescentes se traduzca en relaciones respetuosas y libres. Queda mucha fiesta por delante, nueve días en la calle, 204 horas para disfrutar, reencontrarnos y olvidar problemas. Unas fiestas con sus Vivas y Goras, y sin olvidar a Gaza. Nos las merecemos.