La intransigencia conduce al conflicto. El diálogo es esperanza de acuerdo. La mesura en los comportamientos lubrica las tensiones negociadoras. Un calendario generoso en tiempo ayuda al razonamiento, la reflexión y el debate. Ni prisas, ni malos modos, ni obstinaciones. El chupinazo de Estella-Lizarra es muy musical, limpio y ordenado. Un referente en alegría y vistosidad. Bello prefacio a la vespertina salida de la Comparsa en el Viernes de Gigantes, momento para la colocación del pañuelo rojo al cuello. Antesala gozosa antes de vestir el uniforme de la fiesta.
El Ayuntamiento perimetra con vallas un amplio rectángulo paralelo a su edificio, obligado sobre todo por la veintena de parejas participantes en el baile de la Jota Vieja del Baile de la Era. Para otros músicos es zona de espera por la capacidad limitada del zaguán de la Casa Consistorial. Con la seca detonación del primer cohete, arrancan gaitas y dantzaris. Una hermosura.
Luego, una rica sucesión musical y su posterior dispersión por el casco viejo. Hubo años de “guerra de banderas” con bloques apostados a cada lado de la calle de los Gaiteros por la que se evacúa la música nacida en el paseo de la Inmaculada. Gritos estridentes. Este año símbolos y gritos respondieron al contencioso por la ubicación de las txosnas.
El equipo de gobierno de UPN (en minoría, gentileza del PSN) negó los permisos a la Peña La Bota (plaza de Santiago) y a Festagiro Taldea (parking de Santa Clara). En solidaridad, EH Bildu no asistió al chupinazo. La sonora protesta coincidió con el ritual previo al prendimiento de la mecha y con el brío de la jota y la dulzura del vals. El trastorno mayor se produjo por la tarde al boicotear la Bajadica del Puy. La Corporación canceló su descenso y algunos concejales fueron evacuados en furgonetas de la Policía Foral. El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza deseó armonía. Pretensión social y política loable y complicada. Es más fácil la doma de caballos.