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Recursos humanos

Maite Pérez Larumbe

De vuelta

De vueltaIban Aguinaga

Hace muchos años, antes de que Bordieu escribiera sobre el sentido social del gusto, una compañera de clase dijo que la gente del barrio X no tenía gusto. No profundizó para concluir que la gente de ese barrio no compraba en las tiendas a las que ella estaba acostumbrada y que quizá por eso las referencias estéticas diferían, pero para eso ya estaba Bordieu. Igual ya se lo había contado, pero es una de esas cosas que llevo grabadas a fuego porque atinan en asuntos centrales y están formuladas con inocencia cínica o cinismo inocente.

La volví a recordar el otro día a propósito de un viaje en villavesa que tuvo su cosecha. A lo largo de varias paradas se fue creando un grupito de personas que volvían a coincidir tras las vacaciones camino al trabajo. La primera conversación, entre dos, se replicaba con cada nueva incorporación. Qué tal, qué buen color, dónde has estado, este fue el tenor hasta que ya entraron en otras cuestiones, pero lo interesante fueron estos primeros cambios de impresiones. Cada vez que era preguntada por el destino de sus vacaciones, una de las mujeres respondía: Ah (como si tuviera que esforzarse para recordarlas), nada, yo en … y aquí añadía un frecuentado destino vacacional.

Antepuso a su destino el triste y vergonzante vacío de aquel nada que entendí que significaba mis vacaciones han sido menores, peores, de un gusto tan popular que es dudoso, casi como no tener vacaciones, vaya, que si no me preguntas expresamente por ellas, igual ni te lo digo. Como si la hubieran pillado en falta. Somos una sociedad competitiva, clasista y clasificadora y nuestra autoimagen no se escapa a ello. Y por dormida que vaya una a trabajar esta realidad se impone. ¿Les suena? ¿Les ha pasado? ¿Qué opinan?