Decimos muchas veces la frase “empezar de cero” a lo largo de la vida. La usamos cada vez que creemos perderlo todo, esa sensación de pérdida, emocional o física, que te obliga a un nuevo comienzo de algo. Pero empezar de cero de verdad es otra cosa. Es lo que están viviendo estos días las miles de personas afectadas de lleno por la Dana. Muchos lo han perdido todo en sentido real, algunos hasta la vida. Y es en ese barro en el que se ha hundido lo que fueron, donde tienen que volver a poner los pies para ser capaces de empezar de nuevo.
Reconstruirse y seguir para adelante. Con la pena de lo vivido y con la alegría de seguir viviendo. La vida siempre es una suma de contrastes. Tener que empezar de cero por obligación es algo que ocurre cada vez que una desgracia o una guerra, que todavía es peor, arrasa una zona y a sus gentes. Esta vez ha sido cerca, otras toca más lejos, pero no por ello es menos duro ni difícil. Perderlo todo es no tener donde agarrarte, sin casa, sin recuerdos, sin algunas de las personas queridas, quizás sin trabajo, sin recursos, sin móvil, ni ordenador, ni cartas ni documentos, ni cuadros, ni fotos, ni nada que de cuente lo que has sido hasta ese momento. Esas fotos que se almacenan en todo tipo de soportes, pero sobre todo las que están en nuestras casas, las que nos anclan a nuestras raíces, al pasado y al presente. Esas fotos de familia y de amigos que guardas como oro en paño, porque quizás sea la única que conservas de esa persona que ya no está o por la felicidad del momento que recogen. El agua arrasó con todas esas vidas en imágenes, con esos instantes detenidos, ahora ya en un tiempo que no cuenta. Las hemos visto tiradas en el barro. Fotos de viajes, de bodas, de celebraciones, de fiestas, de encuentros; fotos en las que se va registrando cada momento de la vida para poder volver a ellos. Pero quizá no todo está perdido.
La Universidad de Valencia, junto con el resto de universidades públicas de la comunidad, ha puesto en marcha un bonito proyecto Salvem les fotos en el que técnicos trabajan de manera voluntaria para restaurar todas esas fotos y recuerdos que han quedado casi destrozados por el paso de la Dana. Son ya miles las imágenes que les han llegado y como ellos mismos dicen, trabajar con esos álbumes es una inmersión en la intimidad de esas familias, marcada ahora por la tristeza, que solo tienen para agarrarse esas fotos manchadas que ellos tratan de limpiar. Pensando en esas imágenes veo que en la entrada de la redacción del periódico cuelga estos días el mismo cartel de siempre por estas fechas, el de la lotería de Navidad. Ayer se presentó el anuncio. La vida sigue, con sus contrastes. Pienso también en los carteles iguales que se habrá llevado el barro, en los cientos de números aún sin jugar arrastrados por el agua y que quizás ya no traigan suerte al lugar que más la necesita.