Cuando escribo estas letras los profesionales gráficos de Navarra no podrán captar imágenes del concierto de Laura Pausini en el Navarra Arena. Han sido vetados. Me dicen que hubo otro intento en otro concierto anterior, pero que finalmente no llegó a su objetivo. No sé quien es el responsable del veto, pero es inaceptable. El Navarra Arena es una infraestructura pública que se sostiene con recursos públicos, aportaciones al bien común a las que también contribuyen los fotoperiodistas de la prensa, las agencias de información, los medios digitales, las cadenas de televisión y los freelance que trabajan con cámaras de fotos o de imagen.

Negarles el derecho a trabajar y en muchos casos a facturar no es aceptable. Tampoco lo es impedir que las lectoras y lectores o espectadores de todos esos medios tengan derecho a una información profesional propia y que tengan que asumir una colección de imágenes en todos los formatos común. No tengo ni idea de si serán buenas, malas o regulares, pero me indigna el veto a que DIARIO DE NOTICIAS pueda ofrecer sus propias fotografías captadas por nuestros compañeros fotoperiodistas que llevan muchos años demostrando su cualificación profesional cada día. No es nuevo esto.

También las productoras que filman rodajes en Navarra acaban imponiendo sus propias imágenes y esa cesión de responsabilidad de los responsables públicos y políticos en la defensa del derecho a la información no puede originar que una vez más los intereses públicos se amedrenten y hagan dejación de sus funciones ante los intereses, o en este caso quizá los caprichos, particulares. Cada día el acceso a una información veraz y contrastada es más difícil porque todo el entorno de los emisores de esa información vive blindado con aparatos de comunicación, gabinetes de periodistas, agencias, etcétera que trabajan para que el derecho a la información de la sociedad se reduzca a lo que es la información favorable a sus intereses.

El avance de la desinformación no es solo cosa de las fábricas de bots, la utilización masiva de algoritmos para objetivos concretos, ni la extensión de medios digitales y periodistas que difunden todo ello, también es cosa de las propias instituciones democráticas. No sé si ha sido la propia cantante o su promotora la que ha impuesto la exclusión de los profesionales gráficos, pero es irrelevante eso. El Navarra Arena depende de una empresa pública cuyo máximo responsable, Montxo Urdiáin, percibe anualmente un salario mucho mayor que el de la presidenta del Gobierno y que el de todos los consejeros del Ejecutivo foral. Ignoro el origen de ese festival en las nóminas de las empresas públicas, pero siempre lo he criticado.

Y en todo caso, la responsabilidad última es de la consejera de Cultura Rebeca Esnaola. Si se ha enterado de este veto y lo ha permitido, incomprensible, y si no lo sabía casi mejor, porque al menos podrá escudarse en el despiste de lo que es cada año este puente foral. Y al final responsable también es el propio Gobierno. El calendario del Navarra Arena estará lleno sin necesidad de aceptar este tipo de chantajes. ¿O acaso se va a prohibir también a las 14.000 personas que abarrotarán el Navarra Arena acceder al recinto con sus móviles? No, claro. DIARIO DE NOTICIAS no publicará este domingo fotos del concierto de Laura Pausini.