La semana del debate presupuestario en comisión es una de las más intensas del año en el Parlamento. Durante cuatro días consecutivos, cinco si se incluye la reforma fiscal, los grupos parlamentarios votan más de 800 enmiendas a los presupuestos del Gobierno de Navarra. Lo hacen de manera sectorial –por departamentos– y en ocasiones incluso por programas, dando lugar a sesiones maratonianas que empiezan a primera hora y finalizan cerca de la medianoche. Generalmente los grupos rotan portavoces, aunque algunas, como la presidenta de la comisión, Isabel Aranburu, o la socialista Ainhoa Unzu, han seguido de forma íntegra la comisión. Con humor y buen talante además en el caso de la encargada de moderar los debates.
El resultado ha sido 375 enmiendas aprobadas que suponen cambios en el presupuestos por 21,4 millones. En torno a siete han sido movimientos dentro de los propios departamentos y el resto, algo más de 15, nuevas líneas de gasto con cargo al Fondo de Contingencia. El capítulo para imprevistos del Gobierno de Navarra sale del debate con poco más de 12 millones.
Es la fórmula a la que recurren de forma habitual los grupos del Gobierno. PSN, Geroa Bai y Contigo-Zurekin, junto con EH Bildu, han hecho valer su acuerdo presupuestario para mejorar la financiación de decenas de municipios, asociaciones y colectivos de diverso tipo. Una manera de atender necesidades que habían quedado fuera, según los proponentes, y un ejercicio de clientelismo, según la oposición.
Es a fin de cuentas el juego parlamentario, que ha vuelto a dejar a UPN sin influencia ni margen de actuación. Quizá de ahí sus duras críticas. La derecha no solo no ha logrado aprobar ninguna enmienda, sino que ha vuelto a comprobar que la mayoría progresista es sólida y sigue cohesionada. Y lo que es peor, ofrece garantías de continuidad también para el futuro, disipando mucho sus opciones de recuperar el poder.
Con todo, y pese a su importancia, el debate ha pasado social y mediaticamente muy desapercibido. Posiblemente porque la técnica presupuestaria es aburrida y complicada. Y porque el juego de mayorías resulta previsible. Ha pasado lo que se sabía que iba a pasar y sin polémica generalmente no hay noticia en el debate político.
En todo caso, esta semana ha quedado en evidencia la importancia de una buena comunicación institucional. En estos tiempos en los que la desinformación y las fake news alimentan la desafección política, la información rigurosa, también institucional, sigue siendo imprescindible para unos medios de comunicación en los que crece la precariedad.
Especialmente en cuestiones que por su carácter técnico requieren una explicación fiable y específica. Una labor que el Parlamento ha venido realizado con rigor y credibilidad en los últimos años a través de su servicio de comunicación. Sin embargo la información institucional de Legislativo, signo distintivo de la institución, ha sido prácticamente nula esta semana. Y se ha notado mucho.