Sergio Sayas, diputado por el PP navarro, dictó sentencia con su fino léxico de filólogo: por su “apoyo cerrado”, María Chivite“liga su futuro político al futuro de Santos Cerdán”, secretario de Organización del PSOE, mencionado sin pruebas como presunto receptor de comisión ilegal. Afirmación quizá tan fidedigna como aquella suya de “no dar el salto” de UPN al PP y, al poco tiempo, encabezar su lista al Congreso y hacer carrera como belicoso portavoz adjunto en la Cámara Baja.
No sin antes borrar un tuit de denuncia del historial corrupto de su nuevo partido. Sayas engrasa méritos para seguir ligado al PP. La ligazón política más sólida es la conveniencia. La dirección socialista Sánchez-Cerdán autorizó la imprescindible colaboración PSN-EH Bildu para que la coalición de gobierno foral pudiera asentarse frente al bloque de la derecha. Esa conveniencia inevitable es el mejor borrador de la pregonada “línea roja”. Con la negación de cualquier acuerdo estable, claro, como vaselina lubricante. Secuela de la conveniencia sanchista estatal, donde la izquierda abertzale forma parte de los apoyos imprescindibles. Así, el PSN pasó de cómplice y socio con UPN a irrelevante ante el Gobierno de Barkos y a minoría mayoritaria entre los partidarios de consolidar un cambio histórico en Navarra. Su mejor momento desde 1991. Por ahora, el PSN depende de Bildu.
Una servidumbre rentable para ambos. Ferraz no puede dejar de avalarlo. Luego, en la siguiente contienda electoral, ya se jugarán la hegemonía en el Parlamento. Les separan dos escaños. Contigo-Zurekin y Geroa Bai sin Barkos rezarán para quedarse como están. Con respecto al Ayuntamiento (aniversario moción de censura), Chivite arengó a la agrupación local: “Nuestro objetivo es liderar el Ayuntamiento de Pamplona”, después de incumplir la palabra dada por Elma Saiz (3 concejales y 12.000 votos les separan de Bildu). Chivite, ligada a Cerdán por disciplina. Y a EH Bildu por necesidad.