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A pie de obra

Paco Roda

La noche

La nochePexels

Ayer a las nueve me fui a la cama. Como cuando tenía seis o siete años. Con esa edad siempre tenía miedo a la noche. Sigo igual, solo que ahora, además, padezco insomnio. Entonces, cuando era un niño, pensaba que en medio de la oscuridad tenía lugar una apoteosis que abría de par en par las puertas del infierno. Pertenezco a una generación que fue educada en el miedo. Entonces, solo había una noche en el año en que el miedo cambiaba de acera, la del 5 de enero. Ayer me fui a la cama a las nueve para ver si eso volvía a ocurrir. Dejé que el cuerpo bajara la guardia y entré en un duermevela libidinal. Pero a las tres de la madrugada el insomnio volvió puntual. Como cada noche. Dicen que esa hora se entra en otro espacio mental y que aparecen los espectros privados de toda represión. Pero tal vez se trate de una leyenda propia de los desvelados. El caso es que ahí estaba. Recordé entonces que estábamos en una noche mágica. De repente, la voz de Leonard Cohen rompió aquel silencio hechizante con “You Want it Darker”, una canción hipnótica y oscura que convirtió aquel insomnio en un divertido juego de cartas. La partida se jugaba a vida o muerte pues Cohen quería rendir cuentas consigo mismo antes de partir. En medio de aquella tenebrosa melancolía, la voz de Cohen rezaba, casi susurraba, frases que reptaban como mariposas: “si eres tú quien reparte las cartas, yo estoy fuera de juego y si quieres más oscuridad, apagamos la llama y si tuya es la gloria, entonces mía debe ser la deshonra”. En ese instante quise abrir la ventana para que entrara la oscuridad, me ahogaba. Pero llegó otra vez aquella voz cargada de brutalidad y finura envuelta en una sábana negra. Quería irse: “estoy listo, mi señor”. Desperté recordando el día que era. En la calle se oían gritos infantiles llenos de júbilo. La noche había sido larga. Sin embargo, noté un profundo descanso. Alguien había dejado aquel regalo.