Siempre lo hemos pensado: donde esté un empate indigno que se quite una derrota digna. Y si además de indigno es lamentable, también. El caso es que es triste visitar a un equipo que lleva 13 victorias seguidas y que sume la 14ª a tu costa por un solitario gol en una jugada de córner mal defendida.
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Un error en 90 minutos y te vas de vacío del campo de un grande de la Liga, sin que sirva de nada todo el esfuerzo defensivo y las ocasiones creadas en el área contraria, que también las hubo. El fútbol tiene estas cosas crueles. Y de mar de fondo –que no es que fuera una exigencia cortarla ayer– la racha de ya siete partidos sin ganar.
El bache invernal tradicional de Osasuna, quizás esta vez más tempranero de lo habitual. Que no es que sea preocupante de cara a la permanencia, que el descenso sigue muy lejos, sino que va alejando al equipo de Europa. Es decir, quitándole alicientes a todo lo que queda hasta final de mayo.