Síguenos en redes sociales:

Pantalla plana

Carlos Marcos

Del salami al trabuco

Del salami al trabucoEuropa Press

Es verano y es tiempo de programas surrealistas que, de otra forma, no tendrían cabida en televisión. TVE se ha apuntado el tanto gordo de montar un programa de citas, al más puro estilo noventero, en un aeropuerto de mentirijillas poniendo a Amador Rivas (La que se avecina) disfrazado de comandante junto a seis coreografiadas y sexualizadas azafatas y azafatos (hasta nos guiñan el ojo y mandan besitos en la cabecera) para unir viceversos de esos que dicen buscar el amor aunque van sobrados del propio. Y lo sorprendente es que ni Iberia, ni Vueling ni Ryanair están patrocinando esta pequeña gran locura de la tele de verano llena de frases guionizadas y dobles sentidos que arrancaron ya en el primer programa con un tal “míster Trabuco”, y no haremos aquí spoilers para quien se perdió semejante ejercicio de poesía.

El concurso es una adaptación no muy actualizada del clásico noventero ¡Vivan los novios! de Tele 5, donde una persona elegía pareja, a ciegas, entre tres tipos o tipas para irse juntos de viaje, y que hoy algunos recuerdan porque por allí pasó un todavía desconocido Santiago Segura (como noviete, no como presentador). Entonces mandaban a las parejas a cualquier destino caribeño y ahora las mandan a Canarias, que está más cerca y es más barato, aunque resulta una faena si eres de Canarias, como le pasó el otro día a un tipo, a quien se lo tuvieron que cambiar por un viaje a Portugal.

Aquí, a falta de muro opaco, cada uno carga con una o varias maletas y, a mayor tamaño, mayor es el disparate a contar (como lo del trabuco) y, para colmo, va saliendo gente (supuestos amigos y conocidos) arrastrados por la cinta de equipajes que se encarga de humillarlos y reventar cualquier opción de ligue para provocar las carcajadas del público, que es de lo que va en realidad todo esto. 

Tan guionizada está la cosa que, al final, quien elige pretendiente también tiene que abrir su propia maleta con otro secreto que a veces provoca que su elegido prefiera renunciar al viaje gratis en pareja para volverse en autobús a casa, como si en Canarias no hubiera forma de ligar o divertirse con nadie más.

El programa de ligues es un absurdo que no hay por donde cogerlo, ni tomándoselo a risa, y ha llegado a la tele equivocada con 30 años de retraso (esto es carne de Tele 5, no de TVE). De haberse estrenado entonces, con sus dobles sentidos, las coletillas mil veces repetidas y unos enamorados menos resabiados -que tienen más ganas de tele que de cama- quizás hasta hubiera resultado gracioso.