Detenidos, criminalizados y deportados. Es cierto, pero no es la foto que queda del viaje de la nueva Flotilla de la Libertad con ayuda humanitaria a Gaza tratando de romper el bloqueo. Es la imagen de La Armada de Israel asaltando 44 embarcaciones con casi 500 personas en aguas internacionales para impedir su llegada a las costas de Gaza. Ha sido el mismo destino que el de las anteriores flotas de solidaridad con Palestina, aunque no se ha repetido la brutalidad salvaje utilizada por Israel en 2010. Su debilidad internacional, cada vez mayor, aconsejaba más precaución. Es también la imagen de la soledad de Israel en su masacre constante del pueblo palestino. La misma soledad que también demostró el discurso de Netanyahu ante la ONU mientras abandonaban el aforo la inmensa mayoría de los miembros de la Asamblea. Es la imagen de una misión desarmada con activistas de 50 países, respaldada por los miles de personas, estudiantes, profesorado y ciudadanos, que este jueves salieron a las calles de Iruña, Gasteiz, Bilbo, Donosti y otras muchas ciudades del Estado español.

Es la necesidad de seguir impulsando la acción internacional para forzar a los gobiernos a adoptar medidas de presión. Los activistas detenidos, dos de ellos navarros, han sido trasladados a Israel para su posterior expulsión, mientras los activistas hablan de “crimen de guerra”. Porque la operación demuestra que Israel controla Gaza y Cisjordania como si fueran un territorio bajo su jurisdicción y actúa con total impunidad. Una vez más, la actuación del Ejército de Israel vulnera la legalidad internacional, el Derecho Marítimo y la prohibición de atacar los barcos que portan ayuda humanitaria. Al igual que incumple todas las resoluciones de la ONU sobre Palestina desde hace décadas y se salta la legalidad internacional, el derecho humanitario y sus obligaciones en los convenios sobre derechos humanos. El Gobierno de Netanyahu se sabe impune, y el último Plan de Paz de Trump, a la espera de la respuesta de Hamas, puede ser bueno porque puede poner fin al genocidio y el sufrimiento del pueblo palestino, pero su diseño como un viejo Protectorado como solución apesta a viejo colonialismo y no va a modificar la apuesta de Netanyahu por la limpieza étnica y la ocupación ilegal de sus tierras. Era difícil que la ayuda humanitaria llegara a buen puerto, pero también era importante la denuncia política y social.