Como mujer no resulta fácil moverse en esa horquilla sanitaria situada entre los 45 y los 69 años. Los bajones hormonales provocan cambios físicos y un mayor riesgo de tener problemas de salud o tumores. Y si llegar a la cita para hacerse una mamografía (cada dos años) ya produce ansiedad –esa incertidumbre de lo que tu cuerpo puede cambiar cada 24 meses es terrible– el hecho de que te puedan volver a llamar para una nueva prueba que descarte un falso positivo o confirme un tumor, genera un tremendo desasosiego. Miedo a que suene el teléfono o a abrir la carta con el cuño del ISPLN.
Hay quien opta por hacerse otra prueba por lo privado el año que no les toca ir a la calle Bergamín. Tranquiliza en todo caso saber que lo ocurrido en Andalucía –vergonzoso que haya 2.000 mujeres a las que no se les comunicó que había que repetir las pruebas; varias de ellas además han desarrollado el tumor– con los fallos en los cribados sería altamente improbable en Navarra por los “estrechos controles”. Además, si una mujer a cualquier edad se palpa un bulto en el seno puede pedir cita en el centro de salud o en su ginecólogo y salir de dudas.
En el 3,5% de los cribados se ha repetido pruebas en 15 días. El 0,34% (245 casos) han sido diagnosticadas con cáncer: 245 mujeres a las que les espera un largo recorrido o más corto si el alcance es menor. La mejora de equipos tecnológicos permite detectar tumores cada vez más pequeños y la IA está abriendo además un camino interesante para mejorar el diagnóstico. En esto de veras que no hay que escatimar recursos. Al contrario.