Después de comer, siempre suelo poner un documental de guepardos, Lutxo. O de gorilas, qué más da. Pero me encantan los guepardos, me recuerdan a mis hijas. ¿Para qué va a ser? Para echar la siesta en el sofá, le digo. Ayer, ya había cerrado un ojo y estaba intentando cerrar el otro, cuando, de pronto, la aterciopelada voz en off del locutor de la BBC susurra maliciosamente en mi oído: La forma más común de relación entre dos seres vivos es la de presa y predador. Así que me dejó un rato pensando en el significado de la existencia.
Luego me levanté y me he serví un whisky con hielo, claro, le digo. Y entonces él, que últimamente está sordo (o se lo hace) me dice que, por estás fechas, ahora que se acerca el día de difuntos y la noche de ánimas, todos los años suele acampar durante unos días un circo ambulante en el solar anexo al cementerio. Y es cierto, qué gracia. Ya han llegado los camiones, le digo. Esta mañana los he visto pasar entre la niebla.
De hecho, me ha parecido escuchar unos aullidos lastimeros. Como si los payasos estuvieran tristes, le digo. Y me dice: ¿Cómo no van a estar tristes, con este presidente que tenemos? Y le digo: ¿Te refieres a Sánchez? Y él: Pues claro, el que se quiere cargar la sanidad pública. Y yo: El que se quiere cargar la sanidad pública, en todo caso, será el PP, le digo.
Pero él finge que no oye. Lucho es un poco de la UPN. No obstante, yo siempre le digo: No me importa a quién votes, Lutxo, pero tienes que decirles a los tuyos que no ayuden al deterioro de la sanidad pública, porque la sanidad pública representa el último dique de contención de todos los malestares físicos y psíquicos, que agotan a las clases trabajadoras menos privilegiadas, las que realmente sostienen, con su aguante, el peso de todo el tinglado, le digo. Y me suelta que a él le aburren los guepardos. Que lo que de verdad le encanta son las películas de zombis.