Me sorprende la escasa respuesta social que ha tenido la violación -supuestamente grupal- de una estudiante en la Carpa universitaria durante la noche del pasado día 23-O. A la espera de la investigación tras las primeras pruebas se han detenido a cuatro personas. Es decir, todo apunta a que estamos ante una nueva ‘manada’. Representantes del Ayuntamiento de Pamplona, del Gobierno y de colectivos feministas se concentraron el pasado jueves, y los colectivos Itaia y Saretu en la UPNA convocaron una movilización en el campus de Pamplona.
Pero en general desde diferentes círculos critican que la respuesta social ha sido de muy baja intensidad por parte de los colectivos feministas. Sé que los protocolos preventivos y de respuesta ante las agresiones se activan durante fiestas como Sanfermines o en los barrios. Y que, en este caso, fue una entidad privada en un espacio privado la encargada de organizar la Carpa y que la violación tuvo lugar fuera de ese entorno. Tengo en cuenta que el 90% de las agresiones se producen en el entorno de la víctima y a la luz del día. Los cuatro detenidos ya están en prisión, se encuentran en situación irregular y vivían en un asentamiento ilegal.
La noticia ha dado pie a todo tipo de especulaciones y teorías en redes como que se ha “protegido” a los detenidos por ser inmigrantes para evitar que se encone el odio social hacia ellos. Para que no se utilice por la ultraderecha para propagar la xenofobia y la islamofobia. Conozco chats en los que se habla incluso de ocultación interesada. Y que no se va a permitir que sus hijas vayan a este tipo de actos cuando el movimiento feminista lleva años precisamente insistiendo en lo contrario: en la necesidad de no crear miedos, de moverse con seguridad. Entiendo que se pida prudencia y discreción por respeto a la chica agredida y que exista presunción de inocencia sobre los detenidos. Soy plenamente consciente de que esta agresión podía haber ocurrido en cualquier lugar y desde cualquier procedencia. De que la marginalidad y desarraigo en la que viven muchos inmigrantes no los incrimina de entrada. Que no son potenciales violadores y ladrones las decenas de inmigrantes que viven en nuestra ciudad. Que no podemos mezclar el debate sobre la inmigración con el de la violencia sexual. Pero debemos ser firmes siempre a la hora de condenar la violencia sexual venga de donde venga.