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A pie de obra

Paco Roda

De listas y deseos

De listas y deseosEFE

A un par de días de acabar un año de mierda me pregunto sobre esa manía de elaborar listas. De los personajes del año, de las mejores canciones, series o libros, de los lugares imprescindibles, de las mejores películas, bares, senderos de costa o pueblos con encanto y futuro gentrificado, restaurantes con estrella o estrellados, playas... Me pregunto por esta esquizofrenia de listar todo. Como Borges, que era un lector empedernido de catálogos y enumeraciones extrañas. De esas salió El Aleph. Me digo que quizá las necesitamos porque ordenan algo, y ese orden actúa como un sistema defensivo para detener el caos y la ansiedad. Quizá por esto mismo, Francisco Casavella dijo que cuando alguien se hunde en el pozo negro de la depresión, hace listas, “porque odia los flecos y busca la limpieza del redondeo”.

Luego están las listas de deseos pendientes. Entre los que triunfan, ya no es el típico comer menos, follar más o aprender alemán; sino la bucket list, la lista de cosas que nos gustaría hacer antes de palmarla. Y aquí la imaginación se desparrama como la poesía de Louise Glück.

Dice el escritor búlgaro Gueorgui Gospodínov que “las listas nunca son simples y sencillamente listas, siempre son algo más”. Quizá ese algo más sea el deseo de rescatar las cosas para que no caigan en el olvido; aun a sabiendas que esto es pura nostalgia, esa emoción que alimenta el aceleracionismo de la derecha centrífuga.

En medio de esta operación fin de año me pregunté también a quién desear un feliz año. Hay gente que suelo felicitar por decreto. A muchos les sobra bienestar y les faltan de ganas de vivir, rehenes de un tiempo que podría haber sucedido. Así que me acordé de los no deseados, como si fueran un shock incómodo. A los que García Albiol, el racista a destajo, odia escupiendo metralla verbal. Su deseo es que se vayan, que no vengan, porque aquí no hay sitio para ellos.

A todos ellos, urte berri on!