Desde que llegó lo que conocemos como la era del arte contemporáneo, todas sus expresiones han sufrido un cambio sustancial. Lo que vimos y oímos en el último festival del pasado sábado, más que un festival de la canción podíamos considerarlo como un festival de los efectos especiales de luz y sonido, donde no entraré a analizar si fue bueno o no, y sí, que si a la estética invocamos, darle el premio a quien se le otorgó no lo considero muy acertado.

Se es hombre o se es mujer, pero una mujer con barba resulta tan antiestético que no es fácil superar. En la historia de la barba, en uno de sus pasajes dice: A dos encontraron solos, que al ser descubiertos por cien, nombre a una isla dieron, que famosa fue después ¡Barbados! dijo el pirata, a esta isla llamaremos, aunque afeitarlos tuvieron a los dos náufragos después. Veremos que la barba siempre fue cosa de hombres.

Por lo demás, el festival resultó vistoso, aún cuando cada vez se corre y se salta más en el escenario, ejercicios que sin duda tienen que dificultar sacar la voz, pero en este caso fueron compensados con un derroche de juegos de luces que hicieron que el festival resultara muy espectacular. Si en la historia de la música se nos dice que música es el arte de combinar ritmo y sonido, en estos conciertos, donde no se aplica con rigor esta regla, resultan ser desconcertantes. Pero en fin, son los tiempos que corren, y hemos de aceptarlos aún cuando no nos agraden.