El pasado 17 de junio finalizó el plazo de inscripción de las becas de prácticas internacionales gestionadas por el Gobierno de Navarra y sufragadas con fondos europeos, destinadas a jóvenes navarros menores de 30 años para realizar estancias semestrales en empresas extracomunitarias. Pese a que lo presupuestado permitiría otorgar más de una treintena de becas, la realidad indica que se concederán apenas una docena. Ante el desolado panorama laboral español sorprende la escasa aceptación de esta oportunidad para proyectar una incipiente carrera fuera de las fronteras europeas. Como inicialmente interesada y posteriormente decepcionada ofrezco el porqué particular por el que no puedo formar parte de esta convocatoria de ayudas: trabajo. Con estudios universitarios estoy empleada en cuestiones que ni requieren ni reconocen mi cualificación. Trabajo para lograr el minúsculo grado de independencia y autonomía que la actual situación nos permite. Es por eso que no recibo ayuda alguna, porque no me resigno a ser ni-ni. Y es que, con ayudas con requerimientos para ser beneficiario listados de la a a la z, sólo se consigue penalizar a los jóvenes que con inquietud y resignación nos negamos a quedarnos sentados en el sofá y trabajamos para labrar nuestro futuro.
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