Tras leer la columna Republicanismo que Santiago Cervera titula El error medicina, publicada el pasado domingo 7 de octubre, no me he podido resistir a ofrecer esta respuesta. Señala el autor que “este asunto apenas ha sido discutido con rigor”. Tengo que discrepar. El 11 de noviembre de 2016 ya definí públicamente mi posición en el artículo titulado UPmediciNA!. Aquello quería ser un impulso al proyecto. Dos años después el asunto sigue enquistado. Es cierto que ya van exponiéndose con más claridad los posicionamientos políticos y académicos sobre la implantación del Grado de Medicina en la UPNA. Ya es pues momento de, a la vista de todo lo que hay sobre la mesa, incluido el superávit presupuestario que el buen consejero Mikel Aranburu ha logrado en tiempo récord, tomar la decisión que satisfaga más a la mayoría de las personas y colectivos sociales directamente afectados.

La presidenta del Gobierno, Uxue Barkos; el consejero de Sanidad, Fernando Domínguez, y la consejera de Educación, María Solana, parecen defender con determinación el Plan A, esto es, la implantación para el curso 2019-2020. El equipo rectoral, eficazmente coordinado por Alfonso Carlosena, parece estar trabajando en esa línea, a la espera, lógicamente, de la específica financiación. Quizás falte aún el profesorado y el espacio docente más adecuados, pero en un orden lógico del proceso de implantación, llegarán si finalmente se toma la decisión de la implantación.

Me sorprende en la argumentación de Santiago Cervera la cascada de datos que utiliza para echar abajo el proyecto. Una persona como él, que en su momento y ejerciendo su función de consejero de Sanidad del Gobierno de Navarra, facilitó la posibilidad de una oficina de farmacia a la puerta de casi cada edificio de vecinos. Fue un reparto, no sin polémica, del servicio y de la riqueza que la mayoría de ciudadanos navarros saludamos con satisfacción. Estamos en un mundo competitivo.

No quiero repetir argumentos, pero la universidad es en sí misma una institución de formación intelectual y técnica de profesiones para el mundo. No son pocos los egresados de la Facultad de Medicina de la Universidad privada en Navarra que ejercen su profesión a lo largo y ancho del mundo para uso y beneficio de toda la población. ¡Qué mejor función!

Pero vayamos al posible Plan B:

1.- ¿Se le puede exigir a la Universidad de Navarra que acepte cada año las solicitudes de todos los navarros que desean estudiar medicina en sus aulas?

2.-¿Se le puede exigir que abarate los precios de sus matrículas para que ningún navarro pueda verse desplazado a estudiar medicina en otras CCAA por carecer de recursos económicos para pagar las actuales tasas?

3.-¿Se puede evitar que buena parte de las plazas ofertadas para estudiar medicina las ocupen estudiantes procedentes de otras CCAA o de otros países del mundo?

Tres preguntas clave, con tres respuestas claras en mi opinión: no.

Las universidades privadas tienen, con la legislación vigente, todo el derecho a pedir las tasas de matrícula que quieran, a elegir al alumnado a través de sus propias pruebas de acceso, y a no discriminar ninguna solicitud en razón de su procedencia.

En Navarra se oyen constantemente voces solicitando una generosa política de becas por parte del Gobierno del Estado y del Gobierno de Navarra. ¡ Qué bonito! Los recursos son limitados. ¿O no?

Creo que lo he expuesto con claridad. No hay Plan B. ¿A qué se espera para ofrecer estudios de Grado de Medicina en la UPNA?

El autor es profesor jubilado