Durante el periodo de Navidad, las familias se reúnen en torno a una mesa y allí se comprueba que la Historia es un concepto absoluto que gira sin parar en su propia rotonda en forma de vida. No hace falta, señor Macron estudiar a Hegel para darse cuenta y obrar en consecuencia, distribuyendo lo que hay entre todos. Los chalecos amarillos son una muestra palpable y usted se ha dado cuenta tarde y mal. En cada familia tenemos los bebés con su chaleco blanco en su rotonda blanca porque como todavía no poseen conceptos de las cosas que les rodean, berrean, lloran para protestar. Hasta los tres años aprenden y entonces, con su lengua de trapo, repiten todo lo que oyen en casa y es cuando están para comérselos. Continúan aprendiendo a comprender hasta la pubertad y entonces ya no se entienden ni ellos en toda clase de rotondas y chalecos posibles. Sus padres, que luchan por la vida en rotondas con chalecos, desesperados por llegar a fin de mes con holgura, braman contra todo lo que se mueve. Señor Macron, no se puede bajar los impuestos a los ricos y subir a los pobres. Mentalidad de banquero. Hegel le suspendería.