Por el guardia civil Martínez Sala, un doloroso 3 de junio de 1979 en la ciudad de Tudela. Como pago a sus servicios, a este guardia civil se le concedió una medalla en 1992 y para terminar de joderla ningún juez de ningún Tribunal consideró necesario iniciar las necesarias diligencias previas contra este asesino. El Poder Civil, el Eclesiástico, el Militar, el Judicial, educados todos en el mismo colegio donde el pueblo soberano pasa a ser una figura decorativa. Creo que no exagero.

Solo la concejala Patricia Lorente aprobó su propia moción en la que pedía para la joven donostiarra un centro cívico y retirar la dichosa medalla al dichoso Martínez Sala, que le disparó en 1979, que por cierto han pasado 40 años y seguimos sin ninguna condena. Ningún partido debería arrogarse el protagonismo de un acto de homenaje, esto lo dice la risueña Olga Risueño, concejala de IE. Sigamos con mujeres, en este caso entra en escena Silvia Cepas, concejala del PSN, molesta porque alguien quiere elegir el único centro cívico dedicado al medio ambiente. Y por último, aparece Gloria González, concejala de UPN, que dice: “Organizar un acto de reparación va más de lo que marca la ley”. Y para terminar de joderla, nos aclara que lo de este guardia civil no fue asesinato. Ignacio Martínez, que nada tiene que ver con mi familia, ya nos aclara que aparte de ser concejal no adscrito, que este crimen fue producto de un forcejeo y que siempre están intentando resucitar todo lo que ha pasado. Javier Monzón, concejal del PSN, informa que el reconocimiento de la ciudad de Tudela solo ha sido una calle no muy concurrida. Y Mariví Castillo, de UPN, está moralmente de acuerdo con la petición de que fuera víctima del terrorismo pero nos tenemos que abstener porque tenemos duda si cabe ser víctima del terrorismo. Es decir, sí pero no, o no pero sí.

Esto es lo que dio de sí en el Ayuntamiento de Tudela, solo una concejala, Patricia Lorente, de los 21 concejales votó a favor de hacer un homenaje o dar su nombre a un centro cívico. No me queda más remedio que recordar con cariño a aquel ayuntamiento vecinal de los años 1973 a 1979 donde no había ningún partido político, donde nosotros no cobrábamos nada. Pero la democracia tiene estas cosas. Creo que solo los alcaldes que yo conocí cobraban 10.450 al mes y mi buen amigo Velasco trabaja en Penibérica de noche para ser alcalde de día. Muez decía de Velasco que era tan bueno como un pan de pueblo. Por cierto, respecto a Miguel Ángel Muez, ya fallecido, Pamplona está en deuda con él.