Señora ministra portavoz, por lo menos se podía callar. Anuncia a bombo y platillo que le va a encasquetar al Open Arms una multa de casi un millón de dólares. ¿No le da vergüenza? Por lo menos haga el favor de callarse. ¿Es delito salvar vidas? Si no tienen permiso, hágale los papeles que hagan falta y haga que los firme a quien corresponda. Y cállese de una vez. Utilice la dulzura sabia y evítenos extremos de desdicha, que cuando dice estas cosas nos recuerda al aliento del sepulturero que distorsiona los arpegios de la vida. Tenga mucho cuidado con estas declaraciones, porque son un sustituto de la infidelidad a la humanidad, al pobre emigrante que pierde la vida así, sin más, porque le da la gana.

Señora ministra, yo que usted me iría a casa, donde no puedo hacer daño más que a mi familia. La vida es un canto estremecedor, déjenos disfrutarla. Gracias.