Cuando llegan las 20 horas de cada uno de estos días de confinamiento, mi madre sale a la ventana con el bafle del equipo de música y pone una canción a todo volumen: es para el momento del aplauso. Dice que el primer día estuvieron muy pocos vecinos asomados y fue un poco soso, y que la cosa se anima con un poco de música. La ciudad permanece estos días silenciosa y recogida sobre sí misma. Vivimos en pequeñas islas conectadas por mil mensajes de wasap, por conexiones de Instagram, Facebook€ y, los padres, alguna que otra llamada telefónica. Mi padre y mis hermanos no somos tan folklóricos como mi madre, pero ella, entusiasmada, prepara cada día una canción. Empezó con Raffaella Carrá, con Adiós, amigo, decía que "por animar el ambiente", por dar alegría y no perder los ánimos. Pero le hicimos ver que esto no era una fiesta, que la cosa era grave, con la gente enfermando y muriendo. Y ella recapacitó y nos dio la razón. Entonces empezó a hablar de cosas dramáticas, como del padre de Santiago, muerto recientemente, sin despedidas, ni funerales, ni abrazos ni consuelos para sus familiares. Y se acordó de las personas mayores de las residencias, con sus achaques y su soledad y con las visitas prohibidas. "Fíjate, María Cruz, en Burlada, en la residencia donde trabaja el tío Miguel Ángel, tantos años sin poder salir de su habitación, sin poder hablar, ni moverse, y ahora sin poder recibir el cariño de su familia, siempre tan volcada en acompañarle en todo momento".Entonces buscó entre los viejos CD que ya no escuchamos (porque cada uno tenemos nuestra propia música en nuestros móviles) y encontró a Louis Armstrong y, en el momento del aplauso, sonó por todo el barrio What a wonderful World. Le pareció mejor así. Nos preguntaba por alguna canción que combinara reconocimiento a médicos, enfermeras, auxiliares, al personal de limpieza, a trabajadores de las tiendas de alimentación que están abriendo mientras todos nos quedamos en casa, a Rafa y Andrea en la carnicería, a Josetxo e Isabel, en la frutería, a Carlos, Joaquina y la otra chica en la farmacia, Pía y sus compañeros en la panadería€, a quienes recogen nuestras basuras; ánimo para quienes estamos en casa sin poder salir: los vecinos mayores, los que viven solos€; y respeto, mucho respeto por tantas personas mayores enfermas o fallecidas estos días. Reconocimiento, ánimo y respeto. Ese es el reto que tiene cada día: buscar esa canción que combine todo ello. Después de ese momentico cogerá la sartén y preparará unas palomitas de maíz para juntarnos, como cuando éramos pequeños y ver una película, probablemente hoy Cuéntame, que le encanta yo creo que porque Herminia le recuerda a su abuela Juanita. Y, aunque nosotros no lo necesitamos, porque tenemos nuestros videos, youtubers y series particulares, le seguimos el rollo porque sabemos lo feliz que le hace.¡A ver hoy qué canción pone!