No me gustaría pasar por ser un defensor a ultranza del uso de la mascarilla como prevención de la covid-19 porque no lo soy, pero es necesario denunciar el mal uso que de ellas hacen muchas personas. Las hay que la llevan a modo de sombrero, como barboquejo, en el codo, en el bolso, etcétera. Las hay que no las llevan sin más, y otras no las llevan y además caminan con porte arrogante esperando que alguien les diga algo para poder manifestar su supuesta superioridad montando una bronca. Paradigmático es el caso de las personas que pasean perros; se puede observar que son muchísimas más las que no usan mascarilla que aquellas que sí lo hacen; quizá porque durante el confinamiento han salido a pasear, incluso varias veces al día, y no han sentido la extraordinaria dureza que ha supuesto para el resto de la población.La Orden Ministerial (BOE del 20 de mayo) que obliga al uso de mascarillas es, desde luego, manifiestamente mejorable porque deja importantes lagunas normativas. Varios ejemplos. Recomienda su uso para los niños de 3 a 5 años y las hace obligatorias a partir de los 6 años ignorando a los comprendidos entre los 5 y los 6 años. En su artículo 3 recoge que será obligatorio su uso “siempre que no sea posible mantener una distancia de seguridad interpersonal de al menos dos metros”, abriendo así un gran margen de subjetividad porque se puede estar en un espacio que se podría mantener esa distancia pero realmente no mantenerla (por ejemplo al cruzarse cerca de otras personas en una calle ancha). Tampoco establece un régimen sancionador, con lo cual los cuerpos policiales ni tan siquiera advierten a quienes incumplen la norma en lugares concurridos. Finalmente, no recoge cómo posibilitar su uso a quienes no pueden hacer frente a su coste.Quienes llevamos la mascarilla por respeto a los demás y, además, caminamos haciendo eses para nomolestar a los insolidarios quedamos como auténtico memos, por no calificarnos con palabras más groseras y que a todos se nos ocurren. Si el sentido común y la responsabilidad personal no se impone; si no se rectifica la Orden Ministerial y/o las autoridades que deben tomar medidas no lo hacen, y conociendo la utilidad real de las mascarillas, no duden que dejaremos de usarlas. De este modo, al menos, las consecuencias las sufriremos todos; hasta el momento, las incomodidades las padecemos sólo aquellas personas que cumplimos con lo ordenado.