Me voy a referir al ambulatorio de Zizur Mayor, porque es el municipio en el que resido, pero supongo que la cosa será similar en todas partes. Tengo un problema en mi oído que llevo arrastrando casi tres meses. Mi doctora de cabecera ha decidido dejar su tratamiento, porque está convencida de que hace falta, para solucionar el problema, una especie de extractor para limpiar el conducto auditivo que ella no tiene y me ha dado un volante para un otorrino, supongo que pensando que el especialista me vería en un plazo que nos permitiera no interrumpir demasiado el tratamiento. Pero en ventanilla me han dicho que no hay fechas disponibles para el otorrino y que no saben cuándo las habrá. Algo así como váyase usted a la porra. Volví a mi doctora, pero me dijo que no podía hacer nada, que siempre tenía la opción de ir a urgencias aunque sin la garantía de que allí me atendiera un otorrino o solicitar yo en el ambulatorio una visita urgente por escrito, cosa que hice. En la misma solicitaba, siguiendo el consejo de mi doctora, una atención de urgencia y planteaba mi preocupación porque temía que si suspendía el tratamiento, sin saber cuándo podría ser atendido, es posible que el día que me viera el otorrino ya no tuviera tímpano. Pero hay cosas verdaderamente sorprendentes. Frente a la carta, que iba encabezada por una frase referente a la atención urgente, el hombre de la ventanilla, después de sellar la entrada, me dijo que me avisarían en el plazo aproximado de un mes. Y cuando le dije que estábamos hablando de urgencias, me dijo tranquilamente "es el protocolo". Otra vez lo de váyase a la porra. No es de recibo que a una solicitud urgente no se responda urgentemente sea la respuesta positiva o negativa.No me queda otro remedio que acudir a una consulta privada, que curiosamente se puede concertar de un día para otro. Muchos pensamos que nuestra sanidad se va deteriorando, que las listas de espera aumentan de forma exponencial y que no hay que echarle la culpa al covid-19, porque este fenómeno viene de mucho más atrás, y que algún mecanismo raro o una mano negra nos está empujando hacia la sanidad privada. En Navarra estábamos orgullosos de nuestra sanidad. ¡Algo habrá que hacer! Lo que no podemos es mantener con nuestros impuestos una sanidad pública cada vez menos operativa mientras tenemos que pagarnos una atención médica privada.