Cuando obstinadamente se niega la legalidad del Gobierno y se afirma que Sánchez no debería ser presidente, se incendia la calle.El Partido Popular, como hizo en su día con Zapatero, no ha cesado de repetir que Sánchez es un “traidor, okupa, felón, incapaz, ilegítimo, ridículo, ególatra, mentiroso compulsivo, incompetente, mediocre...”, y eso que fueron a colegios de pago. Asimismo, las portadas de la prensa de la caverna son el paradigma de lo que no debe ser el periodismo democrático.En este caldeado ambiente, algunos patriotas sostienen que Sánchez ocupa un lugar que no le pertenece y el odio crece y brota -de momento- en forma de insulto. Abucheos y silbidos son inherentes al cargo. Los insultos, jamás. No es libertad, es un peligroso gesto antidemocrático que se impone y extiende cuando el PP pierde el poder y muestra de pésima educación institucional.¿Quieren convertir la bandera, el himno y el 12 de octubre en símbolos partidistas? ¿Qué patria anhelan? ¿Una donde no cabemos todos?