Lo siento, chaval, por ti y por tu familia. Te trato de chaval, sin ánimo de ofender, porque creo que esos profesores adustos, de entrecejo fruncido que se llaman jueces, fiscales y esa prole que se dicen representantes de la ley, y no son más que unos majaderos con toga (perdón por el insulto a quien del gremio se sienta ofendido), pero creo que me quedo corto, estos profesionales de la ley que presumen de ser polacos, europeos, demócratas y de que han tenido hasta un Papa (Wojtyla), y te llamo chaval, porque te están tratando como un niño movido, travieso y demás y te han castigado de rodillas contra la pared como si fueras un mal bicho, sin probar nada de tus supuestas fechorías. Es normal entre estos que constituyen el estamento jurídico, que elevan a rango de ley por afinidad de casos en sentencias de Alemania, Laponia o Madagascar y se quedan tan anchos. Pero el asunto es otro: es que eres periodista, y a ese tipo de raza que se considera árbitros de la vida, por encima de su Dios, si hace falta, no les gusta, les molestan las personas libres y que puedan criticarlos o maldecirlos, aquí, en Polonia y en Lima, y tratan a la gente que no les gusta como si fueran sapos escupidores y los pisotean como alimañas, sin mover un músculo, no sea que al saltar se le vean los ribetes de la sotana que llevan bajo la toga. Pablo aguanta lo que puedas, que decía aquel, que cuando ya sea tarde ni te pedirán disculpas, porque todo lo hacen secreto de Estado, de sumario y de lo que haga falta con tal de no mostrar las pruebas que exigen para reyes y otras hierbas de ese pelo y rango. Un fuerte abrazo de Daniel Ezpeleta.