Cada año me gusta recordar en las aulas de la Universidad la iniciativa The Good Project desarrollada por Howard Gardner. Este profesor de Harvard, creador de la teoría de las inteligencias múltiples, centró su carrera académica en demostrar que un profesional excelente debe ser una buena persona.

Howard Gardner defiende lo que denomina la triple hélice en relación al buen trabajo: excelencia, ética y compromiso. Por ello, consideraron que los mejores profesionales se caracterizan siempre por cumplir con la triple hélice: ser excelentes, comprometidos y éticos.

Sus reflexiones son importantes porque existe evidencia científica que las soporta. En este sentido, Howard Gardner entrevistó a más de 1.200 profesionales para llegar a estas conclusiones. Así, encontraron que había personas que eran buenas técnicamente pero no excelentes si fallaban en estas tres características del denominado buen trabajo. Podían llegar a ser ricos, o técnicamente buenos, pero no excelentes sin principios éticos.

En síntesis, Howard Gardner considera que, para ser un excelente profesional, es preciso superar el ego y los intereses individuales y tomar decisiones que sean las mejores para la empresa y el proyecto empresarial. Esto sólo es posible si se es una buena persona.

Pues bien, cada año me sorprendo cuando planteo la pregunta a mis estudiantes: ¿creéis que es necesario ser buena persona para ser un profesional excelente? La respuesta de buena parte de los jóvenes es que no, que se puede ser un profesional excelente sin necesidad de ser buena persona. Es más, consideran que el ámbito profesional requiere de la toma de decisiones en muchos casos poco éticas y que para llegar a ocupar puestos de poder en las organizaciones es preciso dejar en muchas ocasiones los valores y principios por el camino.

Por supuesto, trato de cambiar esta visión, y creo que la investigación de Howard Gardner es una buena ayuda para conseguirlo, pero me quedo preocupada de esta visión de nuestros jóvenes. ¿Por qué tienen esta percepción tan negativa del ámbito profesional? ¿Qué valores, comportamientos y decisiones estamos mostrando para que tengan estas percepciones?

Howard Gardner, ante un mal uso de su teoría de las inteligencias múltiples por parte del gobierno australiano, dio un paso al frente y decidió preocuparse por estas cuestiones. Creo que, a nivel educativo, en las organizaciones y desde el ámbito público deberíamos seguir su ejemplo.

La autora es doctora en Economía. Premio Fin de Carrera. Profesora de la Universidad Pública de Navarra. Tutora UNED Pamplona