La Orquesta Paulino Otamendi, con 104 años de historia ininterrumpida, habiéndolo dado todo por esta ciudad, si nadie lo remedia, está a punto de desaparecer. Las instituciones navarras no han hecho nada por evitarlo. Es más, creo que somos una lacra. Deben de creer que, como la querida Banda La Pamplonesa, surgió del Ayuntamiento de la época, cuando nació por iniciativa de unos cuantos amigos músicos de Los Amigos del Arte con la única subvención que tenían y era lo que la ciudad estaba reclamando. Eran músicos famosos a los que hoy se les dedica recordatorios a sus fundadores después de muertos. De ahí mi indignación y protesta por lo negada que está esta sociedad a la cultura popular. Los Amigos del Arte, a lo largo de estos cien años ha sufrido de todo: cambio de ideologías, con gobernantes de todos los colores. Y aquí estamos, sin pertenecer a ningún partido, porque la música no tiene ideología, en la máxima oscuridad sin ver un rayo de luz, sin subvenciones ni ayudas, y a los pocos conciertos que nos ofrecen les meten la tijera del 85%... Las subvenciones no nos harían falta si nos dieran los conciertos necesarios para sobrevivir. Al no disponer de Escuelas municipales de música a mí me enseñó a tocar la bandurria el señor Guti, que era repartidor de sal con su motocarro con tienda en la calle Jarauta. Era el primer bandurria de Los Amigos del Arte. Después recibí clases de música de don Joaquín Rodríguez, que tocaba la viola y me hizo aprender los dos método de solfeo entonces en uso, Eslava y Lanz. Y lo hacía gratis, por amor al arte. Yo estuve luego cinco años dando clases en justa correspondencia a la sociedad que me había dado una formación y muchos amigos. Así salieron nuevos componentes para la rondalla (que no orquesta como es hoy). Por eso me aferro a lo que sea para que no desaparezca esta entidad. Soy de lo poco que queda de aquellos profesores. La púa no se muere en Navarra. Es que está muerta. Ya sólo le queda un hilo de vida. La bandurria no es sólo acompañar una ronda jotera, un popurrí o llevar la voz cantante de una tuna, no. Eso está bien, pero la bandurria como el violín es también un instrumento de concierto. Nos visitan orquestas de pulso y púa de otras comunidades que cuentan con conservatorios y profesores de plectro (por ejemplo Tarazona) mientras en Navarra se acabó el dar gratis clases de bandurria y laúd porque el Ayuntamiento y el Gobierno foral dicen que no están dispuestos a destinar una partida de dinero para contratar un profesor de plectro. Que no, que aquí no hay afición, dicen. Se tapan los ojos y miran para otro lado porque saben de sobra que quedamos un grupo pequeño pero suficiente, que somos la única orquesta de plectro con repertorio de música clásica y hacen oídos sordos. Pues vale. Si lo que quieren es que la música de plectro desaparezca, ya casi lo han conseguido. Ahora a brindar Ayuntamiento y Gobierno, al alimón, por la desaparición de una asociación centenaria y modélica. Carlos Irigoyen (Concertino de la Orquesta) 

El autor es concertino de la Orquesta