Moises Naim en su análisis ¿Cómo muere una dictadura?, desarrolla la tesis que se fundamenta en la incompatibilidad de ejercer una fuerte presión sobre la ciudadanía durante largo espacio temporal. Solo rebajando la presión puede ser soportada alargando su duración.

La resistencia de los pueblos con conciencia de su identidad tiene un límite que no se puede rebasar por la propia naturaleza de la condición humana, pues provoca la ira popular. Es el sentido del refrán "no hay mal que 100 años dure" . Ello requiere sustituir la fuerza bruta provocadora, por la manipulación para controlar la opinión pública.

El primer factor es el sentimiento nacionalista que es el germen de los movimientos que no cesarán de crecer y que van a enfrentarse a las fuerzas opuestas de la metrópoli que se complementarán con métodos más sofisticados empezando por la prohibición a la juventud de estudiar en la lengua propia, en los casos en que la colonia la tenga y la use. La prohibición no se refiera a hablarla incluso a aprenderla en escuelas financiadas por los propios ciudadanos, sino que lo que se controla es la lengua vehicular en la enseñanza oficial. Hay que cortar de raíz la "inmersión lingüística", pues supone eliminar el flujo que alimenta el principal elemento de dominación de la metrópoli sobre la colonia que es la lengua importada.

La metrópoli sabe que el tiempo es su peor enemigo, pues la mentalidad nacionalista de la juventud no cesa de crecer solo por la propia dinámica de la vida cotidiana en la enseñanza y actividades deportivas o lúdicas en las que el calor de los valores patrióticos impregnan la vida social que incentiva los incentivan y el desprecio de los de la metrópoli. El desconcierto es el error que provoca la represión y la agobiante difusión de noticias trucadas que provoca la reacción contraria de la población nacionalista contra las fuerzas ocupantes represivas o informativas.

Las fiestas de exaltación patrióticas popularizando el uso del idioma, la celebración de pruebas de deportes nacionales o el fomento de aficiones culturales exaltando los valores nacionales constituyen las vías de liberación política pacífica para conseguir el respeto de los valores que dan origen a la autodeterminación o a acuerdos entre los estados y los movimientos nacionalistas para desarrollar relaciones que satisfagan los derechos de los pueblos a su identidad. Existen muchos ejemplos que son muy ilustrativos.