“Merece la pena participar en la vida pública”. Nos va la vida en ello. Sin embargo no somos conscientes. Hemos desplazado la conciencia de la realidad a las redes sociales y vivimos más en el marco del mundo digital que en la realidad misma. Vivimos pues en una realidad Matrix que ya nos fue anunciada en forma de profecía.

Que los jóvenes no tienen interés en la política no es cierto. Y tampoco lo es la generalización de que pasan de todo. ¿Qué sucede entonces? Mi diagnóstico es complejo pero creo que se puede reducir a que en realidad no interesa a los grupos de poder, a los lobbies que manejan los hilos de nuestras vidas. Hay pocos jóvenes que participen activamente en los partidos políticos, pero los hay y son excelentes; y muchos más que están en ONG, asociaciones y compromisos sociales variados.

Bien es cierto que deberían activarse políticas encaminadas a abrir vías de emancipación de nuestros jóvenes.Acceso a la vivienda en condiciones de poder hacerlo, sueldos dignos para poder mantenerse, ayudas a todo lo que pueda generar espacios en los cuales nuestra juventud pueda desarrollar sus proyectos.

Además, la independencia de los jóvenes no sólo se da en lo económico, sino en lo vital; en una dimensión más amplia de lo que creemos: la estabilidad emocional, el desarrollo de la personalidad y la autonomía y en la capacidad de crear y generar riqueza.

Cuando ya hace 2.400 años los griegos educaban a su juventud, no era por una cuestión estética, sino más bien por una cuestión ética, que tenía sus prolongaciones en la vida pública de una sociedad en la que todo gira en torno al ágora.

Nosotros hoy, quizás hemos exagerado la construcción de una sociedad del bienestar que ha vaciado a las personas de sus capacidades y de sus posibilidades de creación, además de alejarnos de los compromisos con nuestros semejantes.Y es que no se trata solo de vivir bien, sino de que todos tengamos acceso a esa posibilidad especialmente los que más lo necesitan.

“Merece la pena participar en la vida pública”. Este mensaje va dirigido a los jóvenes y a toda la ciudadanía, a todos los estratos sociales y a todas las personas que habitan este país.

Nietzsche nos colocó en la rampa de salida hacia la mayoría de edad de la sociedad del siglo XX, que llegó a su culmen en la revolución de mayo del 68 en París, junto con todos los movimientos sociales de carácter pacifista que proponían además nuevos modelos sociales.

El filósofo surcoreano que enseña actualmente en Alemania, Byung-Chul Han (n. 1959), en su obra The Burnout Society, se centra desde sus posiciones posmodernas en las crisis que se están generando en el capitalismo tardío.

Asistimos a nuevos y profundos cambios en los que se hace más necesario que nunca la implicación de todos. Las energías limpias, nuevas fórmulas de autoconsumo más justas, la igualdad de las personas en todos los ámbitos de la vida, economías basadas en la justicia y no en el enriquecimiento de unos pocos, el uso de lenguajes inclusivos... Cambios que se están implementando por una masa social de jóvenes comprometidos a veces invisibles pero activos y creadores de cambios.

Platón y Aristóteles crearon en la vieja Grecia la Academía y el Liceo respectivamente como centros de enseñanza y generadores de conocimiento. Nosotros hoy también tenemos estructuras como aquellas, alumnos y profesores en ellas.

“Merece la pena implicarse en la vida pública” hoy más que nunca y… hoy menos que mañana.

El autor es filósofo y profesor de Psicología